La temperancia cristiana
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no despreciéis las pocas tareas que el Señor os ha dado que hacer.
Sean las acciones cotidianas tales que en el día del ajuste final de
cuentas, no tengáis que avergonzaros frente a lo que anotó el ángel
registrador.
Un régimen empobrecido
Pero ¿qué diremos del régimen empobrecido? He hablado de
cuán importante es que la cantidad y la calidad de los alimentos
estén estrictamente de acuerdo con las leyes de la salud. Pero no
quisiera recomendar un régimen alimenticio empobrecido. Se me
ha mostrado que muchos adoptan una opinión errónea acerca de
la reforma pro salud y siguen un régimen demasiado pobre. Se
sustentan con alimentos baratos y de mala calidad, preparados sin
cuidado ni consideración de la nutrición del organismo. Es impor-
tante que el alimento sea preparado con cuidado y que agrade al
apetito no pervertido. Debido a que por principio descartamos el uso
de carne, manteca (mantequilla), pasteles de carne, especias, tocino
y cosas que irritan el estómago y destruyen la salud, nunca debiera
inculcarse la idea de que poco importa lo que comemos.
Hay quienes van a los extremos. Según ellos, deben comer cier-
ta cantidad precisa y exactamente determinada, y limitarse a dos
o tres cosas. Permiten que tanto a ellos como a sus familias se
les sirvan pocos alimentos. Al comer cantidades reducidas de ali-
mento, que no son de la mejor calidad, no ingieren lo que puede
nutrir adecuadamente el organismo. El alimento de mala calidad
no puede convertirse en sangre buena. Un alimento poco nutritivo
empobrecerá la sangre. ...
A algunos no les impresiona la necesidad de comer y beber
para la gloria de Dios. La satisfacción del apetito los afecta en
todas las relaciones de la vida. Ello se ve en sus familias, en la
iglesia, en la reunión de oración y en la conducta de sus hijos. Ha
sido la maldición de sus vidas. Es imposible hacerles comprender
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las verdades destinadas a estos postreros días. Dios ha provisto
abundantemente para el sustento y la felicidad de todas sus criaturas;
y si no se violasen sus leyes, y si todos obrasen en armonía con la
voluntad divina, se experimentaría salud, paz y felicidad, en vez de
miseria y malestar continuos. ...