Las carnes y los estimulante
Estimados hermanos H***: Recordé que vuestros rostros se
hallaban entre los de varias personas a quienes vi necesitadas de que
se haga cierta obra para ellas antes de que puedan ser santificadas
por la verdad. Abrazasteis la verdad porque veíais que era la verdad,
pero ella no se ha apoderado de vosotros. No habéis sentido su
influencia santificadora en la vida. Ha estado resplandeciendo la
luz sobre vuestra senda con respecto a la reforma pro salud y el
deber que incumbe a los hijos de Dios en estos postreros días en
cuanto a ejercer templanza en todas las cosas. Vi que estabais entre
aquellos que demorarían en ver la luz y en corregir su manera de
comer, beber y trabajar. En la medida en que se reciba y se siga la
luz, ésta realizará una completa reforma en la vida y el carácter de
todos aquellos que son santificados por ella. ...
La Hna. H*** es una mujer cuya sangre está corrompida. Su
organismo está lleno de humores escrofulosos por comer carne. El
consumo de carne de cerdo en vuestra familia os ha proporcionado
sangre de mala calidad. La Hna. H*** necesita limitarse estricta-
mente a un régimen de cereales, frutas y verduras, cocinadas sin
carne ni grasa alguna. Necesitaréis adheriros durante bastante tiem-
po a un régimen estrictamente saludable para colocaros en mejores
condiciones de salud, que os relacionen correctamente con la vida.
Es imposible que quienes hacen copioso consumo de carne tengan
un cerebro despejado y un intelecto activo.
Os aconsejamos que cambiéis vuestros hábitos de vida; pero al
mismo tiempo os recomendamos que lo hagáis con entendimiento.
Conozco familias que han cambiado de un régimen a base de carne
a otro deficiente. Su alimento está tan mal preparado que repugna al
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estómago; y estas personas me han dicho que la reforma pro salud
no les asienta, pues están perdiendo su fuerza física. Esta es una
razón por la cual algunos no han tenido éxito en sus esfuerzos para
simplificar su alimentación. Siguen un régimen pobre. Preparan sus
Testimonios para la Iglesia 2:60-66 (1868)
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