La separación del mundo
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tienen experiencia y que su mente es débil porque cedieron durante
mucho tiempo al enemigo. Serán siempre tan enfermizos como
infantes; andarán a la luz ajena y vivirán según la experiencia de
otros; sentirán como sientan los demás, y actuarán como ellos, como
si no tuvieran individualidad, porque su identidad está fundida en la
ajena. Son simplemente sombras de quienes para ellos tienen razón.
A menos que se percaten de su carácter vacilante y lo corrijan, se
verán todos privados de la vida eterna; no podrán resistir los peligros
de los postreros días. No poseerán energía para resistir al diablo;
porque no saben que de él se trata. Es necesario que haya alguien
a su lado para indicarles si se acerca un enemigo o un amigo. No
son espirituales, y por lo tanto no disciernen las cosas espirituales.
No son sabios en las cosas que se relacionan con el reino de Dios.
Ni los jóvenes ni los ancianos tienen excusa por confiar en que los
otros tengan experiencia en su lugar. Dice el ángel: “Maldito el
varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo.”
Jeremías
17:5
. En la experiencia y la lucha cristianas, se necesita una noble
independencia.
Hay que pedir con fe
Hombres, mujeres y jóvenes, Dios requiere de vosotros que
poseáis valor moral, firmeza de propósito, fortaleza y perseverancia,
mentes que no admitan los asertos ajenos, sino que investiguen por
su cuenta antes de aceptarlos o rechazarlos, y escuchen y pesen
las evidencias, y las lleven al Señor en oración. “Y si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a
todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada.”
Santiago 1:5
.
Ahora bien, se impone la condición: “Pero pida
en fe,
no dudando
nada: porque el que duda es semejante a la onda de la mar, que es
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movida del viento, y echada de una parte a otra. No piense pues el
tal hombre que recibirá ninguna cosa del Señor.”
Vers. 6, 7
. Esta
petición de sabiduría no debe ser una oración sin sentido, que se
olvide tan pronto como se haya terminado. Es una oración que
expresa el enérgico y ferviente deseo inspirado al corazón por un
consciente anhelo de poseer sabiduría para discernir la voluntad de
Dios.