Página 249 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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La contaminación moral
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que deseábamos era que Dios fuera glorificado. ¿Quería el Señor
que orásemos por este hombre afligido? Dejamos la carga al Señor
y nos retiramos a descansar. En un sueño se me presentó claramente
el caso de este hombre. Se me mostró su conducta desde su infancia,
y supe que si orábamos, el Señor no nos oiría, porque ese hermano
albergaba iniquidad en su corazón. A la mañana siguiente, el hombre
acudió a pedirnos que orásemos por él. Lo llevamos aparte y le
dijimos que lamentábamos vernos obligados a negarle lo que pedía.
Relaté mi sueño que él reconoció como verdadero. Había abusado de
sí mismo desde su juventud, y había continuado haciéndolo durante
su matrimonio, pero dijo que procuraría librarse del vicio.
Este hombre tenía que vencer un hábito fomentado durante mu-
cho tiempo. Ya era hombre de edad madura. Sus principios morales
eran tan débiles, que se desmoronaban cuando tenían que luchar
con un vicio tan arraigado. Las pasiones más bajas habían adquirido
gran ascendiente sobre su naturaleza superior. Le interrogué acerca
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de la reforma pro salud. Dijo que no podía vivir de acuerdo con ella.
Su esposa arrojaba de la casa la harina integral si se la traían. Sin
embargo esta familia había recibido ayuda de la iglesia. Se habían
hecho oraciones en su favor. Había muerto su hijo, la esposa estaba
enferma, y el esposo y padre nos presentaba su caso para que lo
llevásemos a un Dios puro y santo, a fin de que realizase un mila-
gro y lo sanase. Las sensibilidades morales de este hombre estaban
embotadas.
Cuando los jóvenes adoptan prácticas viles mientras su espíritu
es tierno, nunca obtendrán fuerza para desarrollar plena y correcta-
mente su carácter físico, intelectual y moral. Allí había un hombre
que se degradaba diariamente, y sin embargo se atrevía a comparecer
en la presencia de Dios, para pedir renovación de la fuerza que había
despilfarrado vilmente, y que, si le era concedida, consumiría en su
concupiscencia. ¡Qué tolerancia la de Dios! Si tratase al hombre de
acuerdo con sus caminos corrompidos, ¿quién podría vivir delante de
él? Y si nosotros hubiésemos sido menos cautelosos y hubiésemos
presentado este caso a Dios, mientras practicaba la iniquidad, ¿nos
habría oído el Señor? ¿Habría contestado? “Porque tú no eres un
Dios que ame la maldad: el malo no habitará junto a ti. No estarán
los insensatos delante de tus ojos: aborreces a todos los que obran