Página 299 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El trigo y la cizaña
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Hno. S***, Vd. tiene mucho que aprender. Se ha sentido incli-
nado a echar la culpa de sus fracasos y desalientos sobre el Hno.
W***; pero una detenida investigación de sus motivos y conducta
revelaría que estos desalientos tienen otras causas que se hallan en
Vd. mismo. Al seguir las inclinaciones de su corazón natural se
reduce a la servidumbre. El espíritu severo y torturador que alberga
a veces, cercena su influencia. Hermano mío, Vd. tiene que hacer
para sí mismo una obra que ninguna otra persona puede hacer por
Vd. Cada uno deberá dar cuenta de sí mismo a Dios. El nos ha dado
su ley como espejo en el cual podemos descubrir los defectos de
nuestro carácter. No hemos de mirar este espejo con el propósito
de ver reflejados los defectos de nuestro vecino ni de observar si él
llega a la altura de la norma, sino para ver nuestras imperfecciones a
fin de eliminarlas. El conocimiento no es todo lo que necesitamos;
debemos seguir la luz. No se nos deja elegir por nuestra cuenta, para
obedecer lo que nos agrada y desobedecer cuando nos conviene más.
La obediencia es mejor que el sacrificio.
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