La iglesia de Laodicea
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Algunos jóvenes se inician en la obra sin tener un sentimiento
real de su exaltado carácter. No tienen que soportar privaciones, pe-
nurias ni severos conflictos que requerirían el ejercicio de la fe. No
cultivan la abnegación práctica ni albergan un espíritu de sacrificio.
Algunos se están poniendo orgullosos y engreídos, y no tienen verda-
dera preocupación por la obra. El Testigo Fiel dice a estos ministros:
“Sé pues celoso, y arrepiéntete.”
Apocalipsis 3:19
. Algunos de ellos
se ensoberbecen tanto que son realmente un estorbo y una maldición
para la preciosa causa de Dios. No ejercen una influencia salvadora
sobre los demás. Estos hombres necesitan convertirse cabalmente a
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Dios y ser santificados por las verdades que presentan a otros.
Muchos se sienten impacientes e irritados porque son frecuen-
temente molestados por amonestaciones y reproches que les hacen
acordar de sus pecados. Dice el Testigo Fiel: “Yo conozco tus obras.”
Apocalipsis 3:15
. Los motivos, los propósitos, la incredulidad, las
sospechas y los celos, pueden ocultarse de los hombres, pero no
de Cristo. El Testigo Fiel viene como consejero: “Yo te amonesto
que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico,
y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que
veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo: sé pues celoso, y
arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere
mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así
como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Apocalipsis 3:18-21
.
Testimonios directos en la iglesia
Los que son reprendidos por el Espíritu de Dios no deben levan-
tarse contra el humilde instrumento. Es Dios, y no un mortal sujeto a
error, quien ha hablado para salvarlos de la ruina. Los que desprecian
la amonestación serán dejados en las tinieblas y se engañarán a sí
mismos. Pero los que la escuchen y se dediquen celosamente a la
obra de apartar sus pecados de sí a fin de tener las gracias necesarias,
estarán abriendo la puerta de su corazón para que el amado Salvador
pueda entrar y morar con ellos. Esta clase de personas se encontrará
siempre en perfecta armonía con el testimonio del Espíritu de Dios.