El deber de reprender el pecado
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de todas las abominaciones que se hacen” en la iglesia. Su amor por
la pureza y el honor y la gloria de Dios es tal, y tienen una visión
tan clara del carácter excesivamente pecaminoso del pecado, que se
los representa agonizando, suspirando y llorando. Léase el capítulo
noveno de Ezequiel.
Pero la matanza general de todos los que no ven así el amplio
contraste entre el pecado y la justicia, y no tienen los sentimientos
de aquellos que siguen el consejo de Dios y reciben la señal, está
descrita en la orden dada a los cinco hombres con armas: “Pasad por
la ciudad en pos de él, y herid; no perdone vuestro ojo, ni tengáis
misericordia. Matad viejos, mozos y vírgenes, niños y mujeres, hasta
que no quede ninguno: mas a todo aquel sobre el cual hubiere señal,
no llegaréis; y habéis de comenzar desde mi santuario.”
Ezequiel
9:5, 6
.
Acán es una lección objetiva
En el caso del pecado de Acán, Dios dijo a Josué: “Ni seré más
con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros.”
Josué 7:12
. ¿Cómo se compara este caso con la conducta seguida por
los que no quieren alzar la voz contra el pecado y el mal, sino que
siempre simpatizan con aquellos que perturban el campamento de
Israel con sus pecados? Dios dijo a Josué: “No podrás estar delante
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de tus enemigos, hasta tanto que hayáis quitado el anatema de en
medio de vosotros.”
Vers. 13
. Pronunció el castigo que debía seguir
a la transgresión de su pacto.
Josué inició entonces una diligente búsqueda para descubrir al
culpable. Consideró a Israel por tribus, luego por familias, y al fin
individualmente; y Acán fué descubierto como el culpable. Pero, a
fin de que el asunto fuese claro para todo Israel y que no hubiese
ocasión de murmurar y decir que se había hecho sufrir a un inocente,
Josué obró con método. Sabía que Acán era el transgresor y que
había ocultado su pecado y provocado la ira de Dios contra su pueblo.
Indujo discretamente a Acán a que confesara su pecado, a fin de que
el honor y la justicia de Dios fuesen vindicados delante de Israel.
“Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria ahora a Jehová el
Dios de Israel y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho;
no me lo encubras.