Página 324 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Despreciadores de los reproche
El apóstol Pablo afirma claramente que lo experimentado por
los israelitas en sus viajes fué registrado para beneficio de los que
viven en esta época, aquellos en quienes los fines de los siglos han
parado. No consideramos que nuestros peligros sean menores que
aquellos que corrieron los hebreos, sino mayores. Seremos tentados
a manifestar celos y a murmurar, y habrá rebelión abierta, según se
registra acerca del antiguo Israel. Habrá siempre un espíritu tendiente
a levantarse contra la reprensión de pecados y males. Pero, ¿deberá
callarse la voz de reprensión por causa de esto? En tal caso, no
estaremos en mejor condición que las diversas denominaciones del
país que temen mencionar los errores y pecados predominantes en
el pueblo.
Aquellos a quienes Dios apartó como ministros de la justicia
tienen solemnes responsabilidades en lo que se refiere a reprender
los pecados del pueblo. Pablo ordenó a Tito: “Esto habla y exhorta, y
reprende con toda autoridad. Nadie te desprecie.”
Tito 2:15
. Siempre
habrá quienes desprecien al que se atreva a reprender el pecado; pero
hay ocasiones en que debe darse la reprensión. Pablo incitó a Tito a
que reprendiese severamente a ciertas clases de personas, para que
fuesen sanas en la fe.
Los hombres y las mujeres de diferentes temperamentos que
se reúnen para formar la iglesia, tienen peculiaridades y defectos.
A medida que éstos se desarrollen, requerirán reprensión. Si los
que se hallan en puestos importantes no los reprendiesen nunca ni
exhortasen, pronto se produciría una condición de desmoralización
que deshonraría grandemente a Dios. Pero, ¿cómo será dada la
reprensión? Dejemos contestar al apóstol: “Con toda paciencia y
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doctrina.”
2 Timoteo 4:2
. Los buenos principios deben aplicarse a la
persona que necesite reprensión, pero nunca se deben pasar por alto,
con indiferencia, los males que haya entre el pueblo de Dios.
Testimonios para la Iglesia 3:358-362 (1875)
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