Página 333 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Una súplica a los jóvenes
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ángeles del cielo, y sobre todo por nuestro Padre celestial; quienes
lo llevan serán huéspedes idóneos de sus atrios.
Los jóvenes tienen facultades que, debidamente cultivadas, los
capacitarían para ocupar casi cualquier puesto de confianza. Si se
propusieran obtener una educación para ejercitar y desarrollar las
facultades que Dios les ha dado a fin de ser útiles y beneficiar a otros,
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su mente no se atrofiaría. Manifestarían profundidad de pensamiento
y firmeza de principios, y ganarían influencia y respeto. Ejercerían
sobre los demás una influencia elevadora, que induciría a las almas
a ver y reconocer el poder de una vida cristiana inteligente. Los
que se interesan más en el ostentoso adorno de sus personas que en
educar la mente y ejercitar sus facultades para tener mayor utilidad,
y glorificar a Dios, no comprenden su responsabilidad ante Dios.
Se sentirán inclinados a ser superficiales en todo lo que emprendan,
limitarán su utilidad y atrofiarán su intelecto.
Me siento hondamente apenada por los padres de estos jóvenes,
como también por los hijos. La responsabilidad de la deficiente
preparación de los hijos tendrá que recaer sobre alguien. Los padres
que han mimado y complacido a sus hijos, en vez de refrenarlos
juiciosamente de acuerdo a los buenos principios, pueden ver los
caracteres que han formado. Según la preparación, es el carácter.
El fiel Abrahán
Mis pensamientos se remontan al fiel Abrahán, quien, en obe-
diencia a la orden divina que le fuera dada en visión nocturna en
Beer-seba, prosigue su viaje junto con Isaac. Ve delante de sí la
montaña que Dios le ha prometido señalar como lugar donde debe
ofrecer su sacrificio. Saca la leña del hombro de su siervo, y la pone
sobre Isaac, el que ha de ser ofrecido. Ciñe su alma con firmeza y
severidad llena de agonía, dispuesto a realizar la obra que Dios le
exige que haga. Con corazón angustiado y mano enervada, toma el
fuego, mientras que Isaac pregunta: “Padre mío. ... He aquí el fuego
y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?”
Génesis
22:7
. Pero, oh, Abrahán no puede decírselo en ese momento.
El padre y el hijo construyen el altar, y llega para Abrahán el
terrible momento de dar a conocer a Isaac lo que ha hecho agonizar
su alma durante todo el largo viaje, a saber, que Isaac mismo es la