Página 338 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
La única seguridad de los jóvenes estriba en velar y orar humil-
demente, sin cesar. No deben hacerse la ilusión de que pueden ser
cristianos sin esto. Satanás oculta sus tentaciones y designios bajo
un manto de luz, como cuando se acercó a Cristo en el desierto. Se
presentó entonces como uno de los ángeles celestiales. El adversario
de nuestras almas se acercará como huésped celestial; y el apóstol
recomienda como nuestra única seguridad la sobriedad y la vigilan-
cia. Los jóvenes que se entregan a la negligencia y la liviandad y
que descuidan los deberes cristianos, caen continuamente bajo las
tentaciones del enemigo, en vez de vencer como Cristo venció.
El servicio de Cristo no es pesada rutina para el alma plenamente
consagrada. La obediencia a nuestro Salvador no nos resta felicidad
ni verdadero placer en esta vida, sino que ejerce un poder refinador
y elevador sobre nuestro carácter. El estudio diario de las preciosas
palabras de vida halladas en la Biblia fortalece el intelecto y nos
permite conocer las obras grandiosas de Dios en la naturaleza. Por
el estudio de las Escrituras obtenemos un conocimiento correcto de
cómo vivir a fin de disfrutar la mayor felicidad sin sombra. El que
estudia la Biblia se arma también de argumentos bíblicos para hacer
frente a las dudas de los incrédulos y eliminarlas por la clara luz
de la verdad. Los que han escudriñado las Escrituras pueden estar
siempre fortalecidos contra las tentaciones de Satanás, cabalmente
equipados para toda buena obra, y preparados para dar a todo aquel
que los interrogue una razón de la esperanza que hay en ellos. ...
Mientras oráis, amados jóvenes, para no ser inducidos en tenta-
ción, recordad que vuestro trabajo no termina con la oración; debéis
luego contestar hasta donde podáis vuestra propia plegaria, resis-
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tiendo a la tentación y dejando a Jesús que haga por vosotros lo
que no podáis hacer. Nunca seréis demasiado cautelosos en vuestras
palabras y vuestra conducta para no invitar al enemigo a tentaros.
Muchos de nuestros jóvenes, por su negligente descuido de las amo-
nestaciones y reprensiones que se les dirigen, abren la puerta de par
en par para que entre Satanás. Teniendo la Palabra de Dios como
nuestra guía y a Jesús como nuestro Maestro celestial, no necesita-
mos ignorar sus requerimientos ni los designios de Satanás, ni ser
vencidos por sus tentaciones. No será tarea desagradable obedecer a
la voluntad de Dios, cuando nos entreguemos completamente a la
dirección de su Espíritu.
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