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Joyas de los Testimonios 1
fué limitado, sino definido más especialmente y expresado con más
sencillez.
El Evangelio, para extenderse y ampliarse, requería mayores
provisiones para sostener la guerra después de la muerte de Cristo, y
esto hizo que la ley de dar ofrendas fuese una necesidad más apre-
miante que bajo el gobierno hebreo. Dios no requiere menos ahora,
sino mayores dones que en cualquier otro período de la historia del
mundo. El principio trazado por Cristo es que los dones y ofrendas
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deben ser proporcionales a la luz y bendiciones que se han disfruta-
do. El dijo: “Porque a cualquiera que fué dado mucho, mucho será
vuelto a demandar de él.”
Lucas 12:48
.
Los primeros discípulos respondían a las bendiciones de la era
cristiana mediante obras de caridad y benevolencia. El derramamien-
to del Espíritu de Dios, después que Cristo dejó a sus discípulos y
ascendió al cielo, los condujo a la abnegación y al sacrificio propio
para salvar a otros. Cuando los santos pobres de Jerusalén se halla-
ban en angustia, Pablo escribió a los cristianos gentiles acerca de las
obras de benevolencia y dijo: “Por tanto, como en todo abundáis, en
fe, y en palabra, y en ciencia, y en toda solicitud, y en vuestro amor
para con nosotros, que también abundéis en esta gracia.”
2 Corintios
8:7
.
Aquí la generosidad es puesta al lado de la fe, del amor y de la
diligencia cristiana. Los que piensan que pueden ser buenos cristia-
nos y a la vez cerrar sus oídos y corazones a los llamados que Dios
dirige a su liberalidad, están terriblemente engañados. Hay quienes
profesan tener gran amor por la verdad, y, por lo menos de palabra,
tienen interés en verla adelantar, pero no hacen nada para ello. La fe
de los tales es muerta; no se perfecciona por las obras. El Señor no
cometió nunca el error de convertir a un alma y dejarla bajo el poder
de la avaricia.
Desde el tiempo de Adán
El sistema del diezmo se remonta hasta más allá del tiempo de
Moisés. Ya en los días de Adán, se requería de los hombres que
ofreciesen a Dios donativos de índole religiosa, es decir, antes que
el sistema fuese dado a Moisés en forma definida. Al cumplir lo re-
querido por Dios, debían manifestar, mediante sus ofrendas, aprecio