Página 362 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
Bienaventuranza de la generosidad
Son muchos los que han considerado a la nación judía como un
pueblo digno de lástima, porque se le hacía contribuir constante-
mente al sostén de su religión. Pero Dios, quien creó al hombre y le
proveyó todas las bendiciones de que goza, sabía lo que era mejor
para él. Y por su bendición hacía que las nueve décimas fueran para
los judíos de más valor que la cantidad entera sin su bendición. Si
algunos, por egoísmo, robaban a Dios o le traían una ofrenda que
no fuese perfecta, lo seguro era que seguía a ello el desastre y la
pérdida. Dios lee los motivos del corazón. Conoce los propósitos de
los hombres, y los recompensará a su debido tiempo según lo hayan
merecido.
El sistema especial del diezmo se fundaba en un principio que
es tan duradero como la ley de Dios. Este sistema del diezmo era
una bendición para los judíos; de lo contrario, Dios no se lo hubiera
dado. Así también será una bendición para los que lo practiquen
hasta el fin del tiempo. Nuestro Padre celestial no creó el plan de la
benevolencia sistemática para enriquecerse, sino para que fuese una
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gran bendición para el hombre. Vió que este sistema de beneficencia
era precisamente lo que el hombre necesitaba.
Aquellas iglesias que son más sistemáticas y generosas en sos-
tener la causa de Dios, son las más prósperas espiritualmente. La
verdadera generosidad del que sigue a Cristo identifica su interés
con el Maestro. En el trato de Dios con los judíos y con su pueblo
hasta el fin del tiempo, él requiere una benevolencia sistemática en
proporción a las entradas. El plan de salvación fué basado en el
infinito sacrificio del Hijo de Dios. La luz del Evangelio, que irradia
de la cruz de Cristo, reprende el egoísmo y estimula la generosidad.
No es de lamentar que aumenten los pedidos de recursos. En su
providencia, Dios invita a su pueblo a que salga de su limitada esfera
de acción para emprender mayores cosas. En este tiempo, en que las
tinieblas morales están cubriendo el mundo, se necesitan esfuerzos
ilimitados. La mundanalidad y la avaricia están royendo las vísceras
de los hijos de Dios. Deben comprender que su misericordia es la
que multiplica las demandas de recursos. El ángel de Dios coloca
los actos generosos al lado de la oración. Le dijo a Cornelio: “Tus