Página 365 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Los diezmos y ofrendas
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ha dejado la guerra en nuestras manos para que la prosigamos con
vigor. No estamos haciendo una vigésima parte de lo que podríamos
hacer si estuviésemos despiertos. La obra se demora porque hay
amor a la comodidad y falta el espíritu abnegado del cual Cristo nos
dió ejemplo en su vida.
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Se necesitan colaboradores de Cristo, hombres que sientan la
necesidad de ensanchar los esfuerzos. La obra de nuestras prensas
no debe disminuir sino duplicarse. Deben establecerse escuelas en
diferentes lugares, para educar a nuestra juventud y prepararla para
trabajar a fin de que la verdad progrese.
Ya se ha malgastado muchísimo tiempo, y los ángeles llevan al
cielo el registro de nuestra negligencia. Nuestra condición letárgica y
nuestra falta de consagración nos han hecho perder preciosas oportu-
nidades que Dios nos envió en las personas que estaban capacitadas
para ayudarnos en nuestra actual necesidad. ¡Oh, cuánto necesitamos
nuestra Ana Mor
para ayudarnos en este tiempo a alcanzar otras
naciones! Su extenso conocimiento de los campos misioneros nos
daría acceso a los que hablan otros idiomas y a quienes no podemos
acercarnos ahora. Dios trajo este don a nuestro medio para hacer
frente a nuestra emergencia actual; pero no apreciamos el don, y
nos lo quitó. Ella descansa de sus labores, pero sus obras de abne-
gación la siguen. Es deplorable que nuestra obra misionera quede
rezagada por falta del conocimiento necesario para lograr acceso a
las diferentes naciones y localidades de la gran mies mundial.
Sentimos angustia de espíritu porque hemos perdido algunos de
los dones que podríamos tener ahora si hubiésemos estado despiertos.
Se ha impedido a los obreros que penetrasen en la ya blanca mies.
Incumbe a los hijos de Dios humillar su corazón delante de él, y
en la más profunda humillación rogar al Señor que perdone nuestra
apatía y complacencia egoísta y borre el vergonzoso registro de
los deberes descuidados y privilegios dejados sin aprovechar. En
la contemplación de la cruz del Calvario, el verdadero cristiano
abandonará la idea de restringir sus ofrendas a lo que no le cuesta
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nada y oirá en sonidos como de trompeta:
Ana More, misionera de experiencia en Africa, al hacerse adventista del séptimo
día mientras se hallaba en servicio misionero, perdió el sostén de la junta misionera que
la había enviado, de manera que regresó a los Estados Unidos. En Battle Creek encontró
que su capacidad y sus talentos no fueron plenamente apreciados ni utilizados.—F. P. W.