Página 402 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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“No puedo ir”
Yo hago una grande obra—dice Nehemías,—y no puedo ir;
porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.”
Nehemías
6:3
.
El 3 de enero de 1875, me fué mostrad
que el pueblo de Dios
no debe cejar por un momento en su vigilancia. Satanás nos sigue la
pista. Está resuelto a vencer con sus tentaciones al pueblo que guarda
los mandamientos de Dios. Si no le damos lugar, sino que resistimos
sus designios, firmes en la fe, tendremos fuerza para apartarnos de
toda iniquidad. Los que guardan los mandamientos de Dios serán
un poder en la tierra, si viven a la altura de su luz y sus privilegios.
Pueden ser modelos de piedad, santos de corazón y conversación.
No gozaremos de comodidad, para que no cesemos de orar y ser
vigilantes. A medida que se acerca el tiempo en que Cristo ha de
revelarse en las nubes de los cielos, las tentaciones de Satanás se
intensificarán para con aquellos que guardan los mandamientos de
Dios; porque él sabe que su tiempo es corto.
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Satanás realizará su obra por medio de agentes. Los ministros
que aborrecen la ley de Dios emplearán cualquier medio de que dis-
pongan para desviar las almas de su lealtad a Dios. Nuestros peores
enemigos se hallarán entre los adventistas del primer día. Su corazón
está plenamente resuelto a hacer guerra contra los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. Esta clase considera
Testimonios para la Iglesia 3:570-575 (1875)
.
Es un placer declarar aquí lo referente a la misericordiosa visión manifestada por el
Espíritu Santo el 3 de enero de 1875 a la Sra. de White, que había estado enferma con
un severo ataque de influenza, y había guardado cama durante una semana, hasta que
los médicos del Instituto de Salud llegaron a preocuparse por su caso. En esta condición
siguió las indicaciones dadas en el capítulo cinco de la epístola de Santiago, y después de
un gran esfuerzo de fe, como el hombre del Evangelio que extendió su mano seca, fué
librada del dolor y la enfermedad, y pronto fué arrebatada en una visión que duró diez
minutos. Se vistió luego para la reunión, caminó hasta la capilla y después de hablar veinte
minutos a la muchedumbre congregada, regresó a su casa caminando. Desde entonces
ha escrito mucho, y ha hablado con libertad a la gente. Se está preparando ahora para el
largo viaje a la costa del Pacífico.—JAIME WHITE.
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