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Joyas de los Testimonios 1
les podía imponer, Dios habló así a Abrahán por medio de su ángel:
“Ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo,
tu único.”
Génesis 22:12
. Este gran acto de fe hace resplandecer el
carácter de Abrahán con notable esplendor. Ilustra vívidamente su
perfecta confianza en el Señor, a quien no le negó nada, ni aun el
hijo que obtuviera por la promesa.
Nada tenemos que sea demasiado precioso para darlo a Jesús. Si
le devolvemos los talentos de recursos que él ha confiado a nuestra
custodia, él entregará aún más en nuestras manos. Cada esfuerzo
que hagamos por Cristo será remunerado por él, y todo deber que
cumplamos en su nombre, contribuirá a nuestra propia felicidad.
Dios entregó a su muy amado Hijo a la agonía de la crucifixión,
para que todos los que creyesen en él pudiesen llegar a ser uno en el
nombre de Jesús. Si Cristo hizo un sacrificio tan grande para salvar a
los hombres y ponerlos en unidad unos con otros, así como él estuvo
unido con el Padre, ¿qué sacrificio hecho por quienes le siguen será
demasiado grande para conservar esa unidad?
Si el mundo ve que existe perfecta armonía en la iglesia de Dios,
ello será para él una poderosa evidencia en favor de la religión cris-
tiana. Las disensiones, las malhadadas divergencias y las pequeñas
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dificultades de la iglesia deshonran a nuestro Redentor. Todas estas
cosas pueden ser evitadas si el yo se entrega a Dios y los que siguen
a Jesús obedecen la voz de la iglesia. La incredulidad sugiere que la
independencia individual aumenta nuestra importancia, que es señal
de debilidad renunciar a nuestras ideas de lo que es correcto y propio
para acatar el veredicto de la iglesia; pero es peligroso seguir tales
sentimientos y opiniones, y nos llevará a la anarquía y confusión.
Cristo vió que la unidad y la comunión cristianas eran necesarias
para la causa de Dios y, por lo tanto, las ordenó a sus discípulos. Y la
historia del cristianismo desde aquel tiempo hasta ahora demuestra
en forma concluyente que tan sólo en la unión hay fuerza. Sométase
el juicio individual a la autoridad de la iglesia.
El testimonio de una iglesia unida
Los apóstoles sentían la necesidad de la unidad estricta y traba-
jaban con fervor para alcanzarla. Pablo exhortó a sus hermanos con
estas palabras: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro