Página 421 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Avancemo
La historia de los hijos de Israel ha sido escrita para instrucción
y admonición de todos los cristianos. Cuando los israelitas fueron
sobrecogidos por peligros y dificultades, y el camino les parecía
cerrado, su fe los abandonó y murmuraron contra el caudillo que
Dios les había asignado. Le culpaban de haberlos puesto en peligro,
cuando él había obedecido tan sólo a la voz de Dios.
La orden divina era: “Que marchen.”
Éxodo 14:15
. No habían
de esperar hasta que el camino les pareciese despejado y pudiesen
comprender todo el plan de su libramiento. La causa de Dios ha
de avanzar y él abrirá una senda delante de su pueblo. Vacilar y
murmurar es manifestar desconfianza en el Santo de Israel. En su
providencia Dios llevó a los hebreos a las fortalezas de las montañas,
con el mar Rojo por delante, para poder librarlos y salvarlos para
siempre de sus enemigos. Podría haberlos salvado de cualquier otra
manera, pero eligió este método a fin de probar su fe y fortalecer su
confianza en él.
No podemos acusar a Moisés de falta alguna porque el pueblo
murmuraba contra su conducta. Era su propio corazón rebelde e
insumiso el que los indujo a censurar al hombre a quien Dios había
nombrado dirigente de su pueblo. Mientras Moisés obraba en el
temor del Señor y según su dirección, con fe plena en sus promesas,
los que debieran haberle sostenido se desalentaron, y no pudieron
ver delante de sí otra cosa que desastre, derrota y muerte.
El Señor trata ahora con su pueblo que cree en la verdad pre-
sente. Quiere producir resultados portentosos, y mientras que su
providencia obra con ese fin, dice a sus hijos: “¡Marchad!” Es cierto
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que el camino no está todavía abierto, pero cuando ellos avancen
con la fuerza de la fe y el valor, Dios despejará el camino delante de
sus ojos. Siempre hay quienes se quejan, como el antiguo Israel, y
atribuyen las dificultades de su situación a aquellos a quienes Dios
suscitó con el propósito especial de hacer progresar su causa. No
Testimonios para la Iglesia 4:25-28 (1876)
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