Página 445 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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La prueba
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El mensaje de Laodicea
El mensaje de Laodicea se aplica a los hijos de Dios que profesan
creer en la verdad presente. La mayoría de ellos son tibios y sólo
profesan la verdad. Tienen el nombre de cristianos, pero nada de
celo. Dios indicó que quería, en el corazón de la obra, hombres que
corrigiesen el estado de cosas que existía allí y permaneciesen como
fieles centinelas en su puesto del deber. Les ha dado luz con respecto
a todo punto, para instruirlos, estimularlos y confirmarlos, según
lo requería el caso. Pero no obstante todo esto, los que debieran
ser fieles y veraces, fervientes en el celo cristiano y de espíritu
misericordioso, los que debieran conocer y amar fervientemente a
Jesús, ayudan al enemigo a debilitar y desalentar a aquellos a quienes
Dios está empleando para fortalecer la obra. El término “tibio” se
aplica a esta clase de personas. Profesan amar la verdad, pero son
deficientes en la devoción y el fervor cristiano. No se atreven a
abandonar del todo la verdad y correr el riesgo de los incrédulos;
pero no están dispuestos a morir al yo y seguir de cerca los principios
de su fe.
La única esperanza de los laodicenses consiste en tener una vi-
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sión más clara de su situación delante de Dios, un conocimiento de
la naturaleza de su enfermedad. No son ni fríos ni calientes; ocupan
una posición neutral, y al mismo tiempo se lisonjean de que no les
falta nada. El Testigo Fiel aborrece esa tibieza. Abomina la indife-
rencia de esa clase de personas. Dice: “¡Ojalá fueses frío, o caliente!”
Apocalipsis 3:15
. Como el agua tibia, le causan náuseas. No son
ni despreocupados ni egoístamente tercos. No se empeñan cabal y
cordialmente en la obra de Dios, identificándose con sus intereses;
sino que se mantienen apartados y están listos para abandonar su
puesto cuando lo exigen sus intereses personales y mundanos. Falta
en su corazón la obra interna de la gracia. De los tales se dice: “Tú
dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de
ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y
pobre y ciego y desnudo.”
Vers. 17
.