Página 465 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El carácter sagrado de los mandamientos de Dios
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tonces no sólo somos culpables nosotros mismos, sino que hasta
cierto punto somos responsables de los consiguientes errores ajenos.
En el mismo principio del cuarto precepto, Dios dijo: “Acordarte
has,” sabiendo que el hombre, dada la multitud de sus cuidados y
perplejidades, se vería tentado a excusarse de satisfacer plenamente
los requisitos de la ley, o, en el apremio de los negocios mundanales,
se olvidaría de su importancia y santidad. “Seis días trabajarás, y
harás toda tu obra,” es decir, los quehaceres usuales de la vida, que
persiguen las ganancias mundanales o el placer. Estas palabras son
muy explícitas; no puede haber error.
Hermano ***, ¿cómo se atreve Vd. a transgredir un mandamiento
tan solemne e importante? ¿Ha hecho el Señor una excepción por
la cual se lo exime a Vd. de la ley que él dió al mundo? ¿Son
sus transgresiones omitidas del libro de registro? ¿Ha convenido
él en excusar su desobediencia cuando las naciones se presenten
delante de él para el juicio? No se engañe ni por un momento con
el pensamiento de que su pecado no traerá su merecido castigo.
Sus transgresiones serán castigadas con la vara, porque Vd. tuvo la
luz, y anduvo sin embargo en sentido completamente contrario a
ella. “Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no
se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho.”
Lucas 12:47
.
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Dios dió al hombre seis días para que realizara su trabajo y
llevara a cabo los quehaceres comunes de la vida; pero le pide
un día, que él puso aparte y santificó. Lo da al hombre como día
en el cual pueda descansar de su trabajo y dedicarse al culto y al
mejoramiento de su condición espiritual. ¡Qué flagrante ultraje es de
parte del hombre robar el día santificado de Jehová, y apropiárselo
para sus propios propósitos egoístas!
Es de parte del hombre mortal la más grosera presunción aven-
turarse a hacer una especie de componenda con el Todopoderoso
a fin de asegurar sus propios intereses temporales mezquinos. El
emplear ocasionalmente el sábado para los negocios seculares es
una violación tan flagrante de la ley como el rechazarla enteramente;
porque es hacer de los mandamientos del Señor un asunto de conve-
niencia. “Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso” (
Éxodo 20:5
), es lo
que repercute con voz de trueno desde el Sinaí. Ninguna obediencia
parcial, ningún interés dividido acepta Aquel que declara que las