El carácter sagrado de los mandamientos de Dios
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Dios ha hablado, y quiere que el hombre obedezca. No pregunta
si le es conveniente hacerlo. El Señor de la vida y la gloria no
consultó su conveniencia o placer cuando dejó su puesto y elevada
jerarquía para venir a ser varón de dolores y experimentado en
quebranto, para aceptar la ignominia y la muerte a fin de librar al
hombre de las consecuencias de su desobediencia. Jesús murió, no
para salvar al hombre
en
sus pecados, sino
de
sus pecados. El hombre
ha de abandonar el error de sus caminos, seguir el ejemplo de Cristo,
tomar su cruz y seguirlo, negándose a sí mismo y obedeciendo a
Dios a todo costo.
Dijo Jesús: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o abo-
rrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al
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otro: no podéis servir a Dios y a Mammón.”
Mateo 6:24
. Si somos
verdaderos siervos de Dios, no habrá en nuestra mente duda alguna
acerca de si vamos a obedecer sus mandamientos o consultar nues-
tros propios intereses temporales. Si los que creen en la verdad no
son sostenidos por su fe en estos días comparativamente apacibles,
¿qué los sostendrá cuando venga la gran prueba y sea promulgado el
decreto contra aquellos que no quieran adorar la imagen de la bestia
ni recibir su marca en su frente o en su mano? Ese tiempo solemne
no está lejos. En vez de volverse débiles e irresolutos, los hijos de
Dios deben cobrar fuerzas y valor para el tiempo de la tribulación.
Jesús, nuestro gran Ejemplo, enseñó mediante su vida y su muer-
te la más estricta obediencia. Murió, el justo por los injustos, el
inocente por los culpables, a fin de que fuese preservado el honor
de la ley de Dios, sin que el hombre pereciese para siempre. El
pecado es la transgresión de la ley. Si el pecado de Adán produjo
tan indecible sufrimiento y requirió el sacrificio del amado Hijo de
Dios, ¿cuál será el castigo de los que, viendo la luz de la verdad,
anulan el cuarto mandamiento del Señor?
Las circunstancias no son una excusa
Las circunstancias no justificarán a nadie que trabaje el sábado
por amor a la ganancia mundanal. Si Dios excusa a un hombre,
puede excusarlos a todos. ¿Por qué no habría de trabajar en sábado
para ganarse la vida el Hno. *** que es pobre, cuando al hacerlo
podría sostener mejor su familia? ¿Por qué no podrían los otros