Página 487 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

Basic HTML Version

El juicio
483
solamente retenían los recursos que Dios les había prestado, sino
que se retenían a sí mismos. Pero ahora podían ver y sentir que al
mostrarse irresponsables con la obra de Dios, se habían colocado a
la izquierda. Habían tenido oportunidad, pero no quisieron hacer lo
que podían y debían haber hecho.
Se mencionaron los nombres de todos los que profesan la verdad.
Se reprendió a algunos por su incredulidad, y a otros por haber sido
perezosos. Habían dejado que otros hiciesen la obra de la viña
del Señor y llevasen las más pesadas responsabilidades, mientras
que ellos servían egoístamente sus propios intereses temporales. Si
hubiesen cultivado la capacidad que Dios les había dado, habrían
llevado fielmente las responsabilidades y habrían trabajado en favor
de los intereses del Maestro. El Juez dijo: “Todos serán justificados
por su fe, y juzgados por sus obras.” ¡Cuán vívidamente aparecía
entonces su negligencia, y cuán prudente el arreglo de Dios al dar a
cada uno una obra que hacer para promover la causa y salvar a sus
semejantes! Cada uno debía manifestar una fe viva entre su familia y
su vecindario, revelando bondad hacia los pobres, simpatía hacia los
afligidos, dedicándose a la obra misionera y ayudando a la causa de
Dios con sus recursos. Pero, como en el caso de Meroz, la maldición
de Dios descansaba sobre ellos por lo que no habían hecho. Habían
amado el trabajo que les producía el mayor provecho en esta vida; y
frente a sus nombres, en el libro mayor dedicado a las buenas obras,
había un lamentable espacio en blanco.
[523]
Las palabras que se dirigieron a estas personas fueron muy so-
lemnes: “Sois pesados en la balanza y se os ha hallado faltos. Habéis
descuidado las responsabilidades espirituales en favor de las activi-
dades temporales, mientras que vuestra misma posición de confianza
hacía necesario que tuvieseis sabiduría más que humana y un juicio
superior al juicio finito. Lo necesitabais siquiera para cumplir la
parte mecánica de vuestro trabajo; y cuando separasteis a Dios y su
gloria de vuestros quehaceres, os apartasteis de su bendición.”
Hallados faltos
Se hizo luego la pregunta: “¿Por qué no lavasteis las vestiduras de
vuestro carácter y no las emblanquecisteis en la sangre del Cordero?
Dios envió a su Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para que por