Página 491 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Los embajadores de Cristo
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brotar y llevar fruto para gloria de Dios. Pero en muchos discursos
no se presenta la cruz de Cristo ante la gente. Tal vez algunos estén
escuchando el último sermón de su vida y algunos no volverán
a estar en condiciones tales que se pueda volver a presentarles la
cadena de verdad y darle una aplicación práctica a sus corazones.
Esta oportunidad áurea se habrá perdido para siempre. Si Cristo y
su amor redentor hubiesen sido ensalzados en relación con la teoría
de la verdad, esto podría haberlos hecho inclinarse hacia su lado.
Más almas de las que nosotros nos imaginamos anhelan com-
prender cómo pueden acudir a Cristo. Muchos escuchan los sermo-
nes que se predican desde los púlpitos de las iglesias populares, y
al salir no saben mejor que antes de escucharlos cómo encontrar a
Jesús y la paz y el descanso que desean sus almas. Los ministros
que predican el último mensaje de misericordia deben tener presente
que Cristo ha de ser ensalzado como refugio del pecador. Muchos
ministros piensan que no es necesario predicar el arrepentimiento y
la fe con un corazón completamente subyugado por el amor de Dios;
dan por sentado que sus oyentes están perfectamente familiarizados
con el Evangelio, y que deben presentarles asuntos de una naturaleza
diferente para retener su atención. Si sus oyentes están interesados,
lo consideran como evidencia de éxito. La gente ignora mucho de lo
que respecta al plan de salvación, y necesita más instrucción acerca
de este asunto de suma importancia que acerca de cualquier otro.
De aquellos que se congregan para escuchar la verdad debe espe-
rarse que deseen ser beneficiados, como lo expresaron Cornelio y sus
amigos: “Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia
de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.”
Hechos 10:33
.
Los discursos teóricos son esenciales para que todos conozcan
la forma de la doctrina y vean la cadena de la verdad, eslabón tras
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eslabón, unida en un conjunto perfecto. Pero jamás debe presentarse
un discurso sin presentar a Cristo y Cristo crucificado como fun-
damento del Evangelio, aplicando en forma práctica las verdades
presentadas, y grabando en la mente el hecho de que la doctrina de
Cristo no es sí y no, sino sí y amén en Cristo Jesús.
Después que se ha presentado la teoría de la verdad, entonces
viene la parte ardua del trabajo. No se debe dejar a la gente sin
instrucción referente a las verdades prácticas que se relacionan con
su vida diaria. Los oyentes deben ver y sentir que son pecadores y