Página 493 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Los embajadores de Cristo
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necesidad de cambiar de carácter de acuerdo con los principios puros
de la verdad que han recibido.
Una religión formal es de temer, porque en ella no hay Salvador.
Cristo dió discursos claros, íntimos, escrutadores y prácticos. Sus
embajadores deben seguir su ejemplo en cada discurso. Cristo y su
Padre eran uno; a todos los requerimientos del Padre, Cristo daba
alegremente su aquiescencia. El tenía el sentir de Dios. El Redentor
era el modelo perfecto. Jehová se manifestaba en él. El cielo estaba
envuelto en la humanidad, y la humanidad estaba encerrada en el
seno del Amor Infinito.
Si los ministros quieren sentarse con mansedumbre a los pies
de Jesús, pronto obtendrán una visión correcta del carácter de Dios,
y podrán también enseñar a otros. Algunos entran en el ministerio
sin amar profundamente a Dios y a sus semejantes. En la vida de
los tales se manifestará egoísmo y complacencia propia. Mientras
estos centinelas faltos de consagración y fidelidad se están sirviendo
a sí mismos en vez de alimentar la grey y de atender a sus deberes
pastorales, el pueblo perece por falta de la debida instrucción.
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En cada discurso deben hacerse llamados fervientes a la gente
para que abandone sus pecados y se vuelva a Cristo. Deben con-
denarse los pecados y complacencias populares de nuestra época
y debe darse vigor a la piedad práctica. El ministro mismo debe
alentar fervor; debe sentir en el fondo del corazón las palabras que
pronuncia, y debe verse incapacitado para reprimir su preocupación
por las almas de los seres humanos para quienes Cristo murió. Del
Maestro se dijo: “El celo de tu casa me comió.”
Juan 2:17
. Y sus
representantes deben sentir el mismo fervor.
Hagamos llamamientos fervientes
Un sacrificio infinito ha sido hecho en favor del hombre, pero
habrá sido en vano para toda alma que no acepte la salvación. ¡Cuán
importante es que el que presenta la verdad lo haga comprendiendo
plenamente la responsabilidad que recae sobre él! ¡Cuán tierno,
compasivo y cortés debe ser en toda su conducta al tratar con las
almas de los hombres, siendo que el Redentor del mundo demostró
que las apreciaba tan altamente! Cristo pregunta: “¿Quién pues es
el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su familia?”