Página 510 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
Según la prosperidad otorgada
En épocas fijas, a fin de conservar la integridad de la ley, se le
preguntaba al pueblo si había cumplido fielmente sus votos o no.
Unos pocos, de conciencia sensible, devolvían a Dios alrededor de la
tercera parte de todos sus ingresos para beneficio de los intereses re-
ligiosos y para los pobres. Estas exigencias no se hacían a una clase
particular de la gente, sino a
todos,
siendo lo requerido proporcional
a la cantidad que se poseía. Además de todos estos donativos siste-
máticos y regulares, había objetos especiales que exigían ofrendas
voluntarias, como cuando se edificó el tabernáculo en el desierto,
y el templo en Jerusalén. Dios hacía esas substracciones tanto para
beneficiar al pueblo mismo como para sostener el servicio del culto.
Entre nuestro pueblo debe haber un despertar acerca de este
asunto. Son sólo pocos los hombres que sienten remordimiento
de conciencia si descuidan su deber en cuanto a la beneficencia.
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Muy pocos sienten remordimiento de alma por robar diariamente
a Dios. Si un cristiano, deliberada o accidentalmente, paga a su
vecino menos de lo que le debe o se niega a cancelar una deuda
honorable, su conciencia le perturbará, a menos que esté cauterizada;
no puede descansar aun cuando nadie sepa del asunto sino él. Hay
muchos votos descuidados y promesas que no han sido pagadas,
y sin embargo, cuán pocos afligen sus ánimos acerca del asunto;
cuán pocos sienten la culpabilidad de esta violación de sus deberes.
Debemos sentir nuevas y más profundas convicciones al respecto.
La conciencia debe ser despertada, y el asunto debe recibir sincera
atención, porque habrá que dar cuenta de ello a Dios en el último
día, y sus exigencias han de ser cumplidas.
Las responsabilidades del negociante cristiano, por grande o pe-
queño que sea su capital, estarán en exacta proporción con los dones
que haya recibido de Dios. El engaño de las riquezas ha arruinado
a millares y decenas de millares. Estos ricos se olvidan de que son
mayordomos y de que se está acercando rápidamente el día en que
se les dirá: “Da cuenta de tu mayordomía.”
Lucas 16:2
. Según se
demuestra en la parábola de los talentos, cada uno es responsable
del sabio empleo de los dones que le han sido concedidos. El pobre
de la parábola, por haber recibido el don menor, sentía menos res-