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Joyas de los Testimonios 1
la verdad de Dios, estaría, por así decirlo, envolviendo ese talento
en un pañuelo para enterrarlo.
El Señor quiere que los que le siguen dispongan de sus recur-
sos mientras pueden hacerlo ellos mismos. Algunos preguntarán:
“¿Debemos despojarnos realmente a nosotros mismos de todo lo
que llamanos nuestro?” Tal vez no se nos exija esto ahora; pero
debemos estar dispuestos a hacerlo por amor a Cristo. Debemos re-
conocer que nuestras posesiones son absolutamente suyas, y hemos
de usarlas generosamente cuandoquiera que se necesiten recursos
para adelantar su causa.
Algunos cierran sus oídos cuando se pide dinero que se ha de
emplear en enviar misioneros a países extranjeros, y en publicar la
verdad y diseminarla por todo el mundo como caen las hojas de los
árboles en el otoño. Los tales disculpan su codicia informándonos
de que han hecho arreglos para hacer obras de caridad después de
su muerte. Han considerado la causa de Dios en sus testamentos.
Por tanto, viven una vida de avaricia, robando a Dios en los diezmos
y las ofrendas, y en sus testamentos devuelven a Dios tan sólo una
pequeña porción de lo que él les ha prestado, mientras asignan una
gran parte a parientes que no tienen interés alguno en la verdad.
Esta es la peor clase de robo. Roban a Dios lo que le deben, no sólo
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durante toda su vida, sino también al morir.
La demora es insensatez
Es completa insensatez diferir la preparación para la vida futura
hasta llegar casi a la última hora de la actual. Es también un grave
error diferir la respuesta a las exigencias de Dios en cuanto a la
generosidad debida a su causa hasta el tiempo de transferir la mayor-
domía a otros. Aquellos a quienes confiáis vuestros recursos pueden
no manejarlos tan bien como vosotros. ¿Cómo se atreven los ricos
a correr tan grandes riesgos? Los que aguardan hasta el momento
de morir para disponer de su propiedad, la entregan a la muerte más
bien que a Dios. Al hacerlo así, muchos están obrando en forma
directamente contraria al plan de Dios bosquejado claramente en su
Palabra. Si ellos quieren hacer bien, deben aprovechar los áureos
momentos actuales y trabajar con toda su fuerza, temiendo perder la
oportunidad favorable.