Página 521 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Los testamentos y legados
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Los que descuidan un deber conocido, no contestando a los re-
querimientos que Dios les hace en esta vida, y calman su conciencia
calculando hacer sus testamentos cuando estén por morir, no oirán
palabras de elogio del Maestro ni tampoco recibirán recompensa.
No practicaron la abnegación, sino que retuvieron egoístamente sus
recursos tanto como pudieron, entregándolos únicamente cuando
la muerte los requirió. Aquello que muchos se proponen postergar
hasta que estén por morir, si fuesen verdaderos cristianos lo harían
mientras están gozando plenamente de la vida. Se consagrarían ellos
mismos y su propiedad a Dios, y mientras actuasen como mayordo-
mos suyos tendrían la satisfacción de cumplir su deber. Haciéndose
sus propios ejecutores, satisfarían los requerimientos de Dios ellos
mismos antes de pasar la responsabilidad a otros.
Debemos considerarnos administradores de la propiedad del
Señor, y tener a Dios como el propietario supremo, a quien debemos
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devolver lo suyo cuando lo requiere. Cuando venga para recibir lo
suyo con interés, los codiciosos verán que en vez de multiplicar los
talentos que se les confiaron, atrajeron sobre sí mismos la maldición
pronunciada sobre el siervo inútil.
El Señor quiere que la muerte de sus siervos sea considerada
como una pérdida, por causa de la influencia benéfica que ejercieron
y las muchas ofrendas voluntarias que dieron para alimentar la
tesorería de Dios. Los legados que se dejan al morir son un mísero
substituto de la benevolencia que uno podría hacer mientras vive.
En verdad, los siervos de Dios deben hacer sus testamentos cada día
en buenas obras y ofrendas generosas a Dios. No deben permitir que
la cantidad dada a Dios sea desproporcionalmente pequeña cuando
se la compara con la cantidad dedicada a su propio uso. Al hacer
así su testamento diariamente, recordarán aquellos objetos y amigos
que ocupan el mayor lugar en sus afectos. Su mejor amigo es Jesús.
El no les privó de su propia vida, sino que por amor de ellos se hizo
pobre, a fin de que por su pobreza fuesen enriquecidos. Merece todo
el corazón, toda la propiedad, todo lo que ellos tienen y son.
Pero muchos de los que profesan ser cristianos postergan los
requerimientos de Jesús en la vida, y le insultan dejándole una
mínima donación al morir. Recuerden todos los que pertenecen a
esta clase que este robo a Dios no es una acción impulsiva sino un
plan bien considerado, en cuyo prefacio dicen: “En pleno goce de