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Joyas de los Testimonios 1
bien disciplinado. Vd. ha descuidado la tarea de adiestrar su mente
para la acción vigorosa; por lo tanto, su voluntad y su inclinación la
han dominado en vez de servirla. El resultado es la pérdida de poder
físico y mental.
Durante años su mente ha sido como un arroyo susurrante casi
lleno de rocas y malezas, cuya agua se desperdicia. Si sus facultades
estuviesen controladas por propósitos elevados no sería inválida
como es ahora. Se le antoja que sus caprichosos apetitos deben ser
complacidos, así como su deseo de leer excesivamente. Vi arder
la lámpara a la medianoche en su pieza mientras Vd. leía alguna
historia fascinante, aguijando así su ya sobreexcitado cerebro. Esta
conducta ha estado disminuyendo su vitalidad, y debilitándola física,
mental y moralmente. La irregularidad ha causado desorden en
su casa, y si esto continúa, hundirá su espíritu en la imbecilidad.
Vd. ha abusado del tiempo de gracia que Dios le concedió y lo ha
despilfarrado.
Fruto de las lecturas impropias
Dios nos concede talentos para que los aprovechemos sabiamen-
te, no para que abusemos de ellos. La educación es tan sólo una
preparación de las facultades físicas, intelectuales y morales para
el mejor cumplimiento de todos los deberes de la vida. La lectura
impropia imparte una educación falsa. El poder de resistencia, y la
fuerza y actividad del cerebro pueden ser reducidos o aumentados
de acuerdo con la manera en que se emplean. Vd. tiene mucho que
hacer para deshacerse de sus lecturas livianas. Elimínelas de su casa.
No conserve delante de sí la tentación de pervertir su imaginación,
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desequilibrar su sistema nervioso y arruinar a sus hijos. Por la mucha
lectura se está incapacitando para los deberes de esposa y madre, y
de hecho se está descalificando para hacer el bien en cualquier lugar.
No estudia la Biblia como debiera; por lo tanto, no se hace sabia
en las Escrituras, ni se capacita cabalmente para toda buena obra.
La lectura liviana fascina la mente y quita interés a la lectura de
la Palabra de Dios. Vd. procura hacer creer a otros que conoce las
Escrituras; pero esto no puede ser porque su mente está llena de
escoria. La Biblia requiere reflexión y escudriñamiento con oración.
No basta con recorrerla superficialmente. Aunque algunos pasajes