Página 543 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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En el laberinto del escepticism
No hay excusa para la duda o el escepticismo. Dios ha hecho am-
plia provisión para establecer la fe de todos los hombres, si quieren
decidir por el peso de las evidencias. Pero si antes de creer, esperan
que cada objeción aparente sea eliminada, nunca se establecerán,
arraigarán ni afirmarán en la verdad. Dios no eliminará nunca todas
las aparentes dificultades de nuestra senda. Los que deseen dudar,
podrán hallar oportunidad para ello; los que deseen creer, tendrán
bastantes evidencias en que basar su fe.
La actitud de algunos es inexplicable, aun para ellos mismos. Van
al garete, sin anclas, debatiéndose en la niebla de la incertidumbre.
Pronto se apodera Satanás del timón, y lleva su frágil embarcación
doquiera le place. Pasan a ser sujetos a su voluntad. Si estos espíritus
no hubiesen escuchado a Satanás, no habrían sido engañados por
sus sofismas; si se hubiesen equilibrado del lado de Dios, no habrían
quedado confundidos y aturdidos.
Dios y los ángeles observan con intenso interés el desarrollo del
carácter y pesan el valor moral. Los que resisten los designios de
Satanás saldrán como oro probado en el fuego. Los que son arre-
batados por las olas de la tentación se imaginan, como Eva, que se
vuelven maravillosamente sabios, que superan su ignorancia y estre-
cha conciencia; pero, como ella, descubrirán que se han engañado
lamentablemente. Han estado persiguiendo sombras, trocando la
sabiduría celestial por el frágil juicio humano. Un poco de conoci-
miento los ha engreído. Un conocimiento más profundo y cabal de
sí mismos y de Dios, los volvería cuerdos y sensatos, y los colocaría
de parte de la verdad, los ángeles y Dios.
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La Palabra de Dios nos juzgará a cada uno de nosotros en el
último gran día. Los jóvenes hablan de la ciencia, y son más sabios
de lo que está escrito; procuran explicar los caminos y las obras de
Dios de acuerdo con su comprensión finita; pero todo eso concluye
Testimonios para la Iglesia 4:583-586 (1881)
. (Del cap. “Posición y obra del sana-
torio.”)
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