En el laberinto del escepticismo
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El Salvador se regocijó de que el plan de salvación fuera de tal
naturaleza que los que son sabios en su propia estima, aquellos que
están engreídos por las enseñanzas de la vana filosofía, no pueden
ver la belleza, el poder y el misterio oculto del Evangelio. Pero a
todos los humildes de corazón, aquellos que tienen un deseo sincero
e infantil de recibir enseñanzas y conocer y hacer la voluntad de su
Padre celestial, se les revela su Palabra como el poder de Dios para
su salvación.
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