Página 558 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
atmósfera venenosa. El vicio, disfrazado con el atavío de la moda,
se introduce entre los niños.
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La sencillez en el vestir hará que una mujer sensata tenga la apa-
riencia más ventajosa para ella. Juzgamos el carácter de una persona
por el estilo del vestido que lleva. El atavío vistoso indica vanidad y
debilidad. Una mujer modesta y piadosa se vestirá modestamente.
Un gusto refinado y una mente culta se revelarán en la elección de
atavíos sencillos y apropiados.
Hay un adorno que no perecerá nunca, que promoverá la felicidad
de todos los que nos rodean en esta vida y resplandecerá con lustre
inmarcesible en el futuro inmortal. Es el adorno de un espíritu manso
y humilde. Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el atavío
más rico. Cada mirada que echan al espejo debiera recordar a las
adoradoras de la moda el alma que descuidan. Cada hora malgastada
en el atavío les merece una reprensión por dejar inculto el intelecto.
Podría haber entonces una reforma que elevaría y ennoblecería todos
los fines y propósitos de la vida. En vez de procurar adornos de oro
para la vista, se haría un esfuerzo ferviente para obtener la sabiduría
que es de más valor que el oro fino; sí, que es más preciosa que los
rubíes.
Quienes adoran ante el altar de la moda tienen poca fuerza de
carácter, y poca energía física. No tienen un propósito grande para
la vida y su existencia no logra ningún fin de valor. Encontramos
por doquiera mujeres cuya mente y corazón están absortos en su
amor por el vestido y la ostentación. Sus almas están atrofiadas
y empequeñecidas y sus pensamientos se concentran en su pobre
y despreciable persona. En cierta oportunidad en que pasaba una
joven vestida a la moda delante de varios caballeros en la calle, uno
de ellos preguntó algo acerca de ella. La respuesta fué: “Sirve de
lindo adorno en la casa de sus padres, pero en otro sentido no tiene
utilidad.” Es deplorable que los que profesan ser discípulos de Cristo
consideren cosa buena imitar la indumentaria y los modales de estos
adornos inútiles.
Pedro da a las mujeres cristianas valiosas instrucciones acerca del
vestir: “El adorno de las cuales no sea exterior con encrespamiento
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del cabello, y atavío de oro, ni en compostura de ropas; sino el
hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de
espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante