Página 561 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El anillo de compromis
Algunos se han preocupado con respeto al uso del anillo de
compromiso y les parece que las esposas de nuestros ministros de-
bieran amoldarse a esa costumbre. Todo eso es innecesario. Tengan
las esposas de los ministros el eslabón de oro que vincula su al-
ma con Jesucristo: un carácter puro y santo, el verdadero amor, la
mansedumbre y la piedad que son los frutos producidos por el árbol
cristiano, y su influencia estará segura en cualquier parte. El hecho
de que provoca observaciones el no cumplir con la costumbre no es
suficiente motivo para adoptarla. Los americanos [del norte] pueden
hacer comprender su situación declarando sencillamente que en su
país la costumbre no se considera obligatoria. No necesitamos llevar
el símbolo, porque no somos infieles a nuestros votos matrimonia-
les, y el hecho de llevar un anillo no probaría nuestra fidelidad al
respecto. Me preocupa profundamente este proceso semejante al
de la levadura que parece sentirse entre nosotros y que tiende a
conformarnos con las costumbres y modas. No debiera gastarse un
centavo en un anillo de oro para testificar que somos casados. En
los países donde la costumbre impera, no nos sentimos obligados a
condenar a aquellos que usan su anillo de compromiso; llévenlo si
pueden hacerlo a conciencia; pero ninguno de nuestros misioneros
debe sentir que llevar un anillo acrecentará su influencia en una
jota o un tilde. Si son cristianos, ello se manifestará en su carácter
semejante al de Cristo, en sus palabras, en sus obras, en el hogar, en
su trato con los demás; se revelará por su paciencia, longanimidad y
bondad. Manifestarán el espíritu del Maestro, poseerán su belleza
de carácter, su hermosa disposición y su corazón lleno de simpatía.
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Escrito en Australia,
Testimonies to Ministers and Gospel Workers, 180, 181 (1892)
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