Página 58 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
qué habláis tanto de cosas mundanales, y guardáis silencio sobre
el tema que más os concierne, un tema que debiera embargar toda
vuestra alma? La verdad de Dios no mora en vosotros.
Vi que muchos hacen una admirable profesión de fe, mientras
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que su interior está corrompido. No os engañéis los que profesáis
así la religión con corazón falso. Dios mira al corazón. “De la
abundancia del corazón habla la boca.”
Mateo 12:34
. Vi que el
mundo está en el corazón de los tales, pero no la religión de Jesús.
Si los que profesan ser cristianos aman más a Jesús que al mundo,
se deleitarán al hablar de él como de su mejor amigo, en quien
concentran los más caros afectos. El acudió en su auxilio cuando
ellos se sintieron perdidos y a punto de perecer. Cuando estaban
cansados y agobiados por el pecado, se volvieron hacia él. El quitó
su carga de la culpabilidad del pecado, quitó su pesar y aflicción, y
desvió toda la corriente de sus afectos. Aborrecen ahora las cosas
que una vez amaron, y aman las cosas que aborrecían.
Jesús lo exige todo
¿Se ha realizado este gran cambio en nosotros? No os engañéis.
Por mi parte, no tomaría el nombre de Cristo, o le daría todo mi
corazón, mis afectos indivisos. Debemos sentir la más profunda
gratitud por el hecho de que Jesús acepta esta ofrenda. El lo exige
todo. Cuando somos inducidos a ceder a sus requerimientos, y a
renunciar a todo, sólo entonces, y no antes, nos circuye con sus
brazos de misericordia. Pero, ¿qué damos cuando se lo damos todo?
Un alma contaminada de pecado para que Jesús la purifique, la
limpie por su misericordia y la salve de la muerte por su amor sin
par. Y sin embargo, vi que algunos piensan que es demasiado difícil
entregarlo todo. Me avergüenza oír hablar de esto, me avergüenza
escribirlo.
¿Habláis de abnegación? ¿Qué dió Cristo por nosotros? Cuando
os parece duro que Cristo lo requiera todo, id al Calvario, y llorad
por haber pensado así. ¡Contemplad las manos y los pies de nuestro
Libertador desgarrados por los crueles clavos, a fin de que fuésemos
lavados del pecado con su propia sangre!
Los que sienten el amor constrictivo de Dios no preguntan cuán
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poco pueden dar a fin de obtener la recompensa celestial; no pre-