Los jóvenes observadores del sábado
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guntan cuál es la norma más baja, sino que buscan una perfecta
conformidad con la voluntad de su Redentor. Con ferviente deseo lo
entregan
todo,
y manifiestan un celo proporcional al valor del objeto
que buscan. ¿Cuál es ese objeto? La inmortalidad, la vida eterna.
Amigos jóvenes, muchos de vosotros estáis lamentablemente
engañados. Os habéis satisfecho con algo que es menos que la
religión pura e inmaculada. Quiero despertaros. Los ángeles de Dios
procuran despertaros. ¡Ojalá que las verdades importantes de la
Palabra de Dios os hagan apreciar el peligro que os acecha y os
induzcan a realizar un examen cabal de vosotros mismos! Vuestros
corazones son todavía carnales. No están sujetos a la ley de Dios
ni pueden estarlo. Estos corazones carnales deben ser cambiados, y
veréis entonces tanta belleza en la santidad que la anhelaréis como
el ciervo anhela las corrientes de las aguas. Amaréis a Dios y su
ley, y el yugo de Cristo os resultará fácil y ligera su carga. Aunque
sufráis pruebas, si las soportáis, ellas no harán más que embellecer
el camino. La herencia inmortal es para el cristiano que se niegue a
sí mismo.
Sirvamos a Dios por principio
Vi que el cristiano no debe dar demasiado valor a los sentimientos
de felicidad ni depender demasiado de ellos. Estos sentimientos no
son siempre verdaderos guías. Cada cristiano debe procurar servir a
Dios por principio, y no ser regido por los sentimientos. Al hacer esto,
se ejercerá la fe y ella aumentará. Me fué mostrado que si el cristiano
vive en forma humilde y abnegada, tendrá como resultado paz y gozo
en el Señor. Pero la mayor felicidad que se experimentará provendrá
de beneficiar a otros, hacer felices a los demás. Tal felicidad será
duradera.
Muchos de los jóvenes no tienen principios fijos para servir
a Dios. No ejercen la fe. Se hunden bajo cada nube. No tienen
poder de resistencia, ni crecen en la gracia. Parecería que guardaran
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los mandamientos de Dios. Elevan de vez en cuando una oración
formal, y se llaman cristianos. Sus padres ansían mucho verlos
aceptar cualquier cosa que parezca ventajosa, pero no trabajan con
ellos, ni les enseñan que la mente carnal debe morir. Los animan a
adelantarse y desempeñar un papel. Pero no los inducen a escudriñar