Página 61 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Los jóvenes observadores del sábado
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mira al corazón, pues “todas las cosas están desnudas y abiertas a
los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”
Hebreos 4:13
.
¿Se quedará él satisfecho con algo menor que la verdad en el fuero
íntimo? Toda alma verdaderamente convertida llevará las señales
inequívocas de que la mente carnal ha sido subyugada.
Hablo claramente. No pienso que esto desanimará a un verdadero
cristiano; no quiero que ninguno de vosotros llegue al tiempo de
angustia sin una esperanza bien fundada en su Redentor. Resolved
conocer lo peor de vuestro caso. Averiguad si tenéis una herencia en
el cielo. Tratad verazmente con vuestra alma. Recordad que Jesús
presentará a su Padre una iglesia sin mancha, ni arruga, ni cosa
semejante.
¿Cómo habéis de saber que sois aceptos a Dios? Estudiad su
Palabra con oración. No la pongáis a un lado por ningún otro libro.
Ella os convence de pecado. Revela claramente el camino de la sal-
vación. Saca a luz una recompensa brillante y gloriosa. Os revela un
Salvador completo y os enseña que únicamente por su misericordia
ilimitada podéis esperar salvación.
No descuidéis la oración secreta, porque es el alma de la religión.
Con oración ferviente y sincera, solicitad pureza para vuestra alma.
Interceded tan ferviente y ardorosamente como lo haríais por vuestra
vida mortal, si estuviese en juego. Permaneced delante de Dios hasta
que se enciendan en vosotros anhelos indecibles de salvación, y
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obtengáis la dulce evidencia de que vuestro pecado está perdonado.
La esperanza de la vida eterna no se ha de recibir por motivos
frágiles. Es un asunto que se ha de decidir entre Dios y vuestra
propia alma, y por la eternidad. Una esperanza que sea tan sólo
supuesta, provocará vuestra ruina. Puesto que subsistís o caéis por
la Palabra de Dios, en esta Palabra debéis buscar el testimonio de
vuestro caso. Allí podréis ver lo que se requiere de vosotros para
llegar a ser cristianos. No depongáis vuestra armadura, ni abandonéis
el campo de batalla hasta haber obtenido la victoria y triunfado en
vuestro Redentor.
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