Página 67 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El zarandeo
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Dios y confiada en él. Los vi perplejos; luego los oí clamar a Dios
ardientemente, sin cesar día y noche
Oí estas palabras: “¡Hágase,
Señor, tu voluntad! Si ha de servir para gloria de tu nombre, dale a tu
pueblo el medio de escapar. Líbranos de los paganos que nos rodean.
Nos han sentenciado a muerte; pero tu brazo puede salvarnos.” Estas
son todas las palabras que puedo recordar. Todos mostraban honda
convicción de su insuficiencia y manifestaban completa sumisión a
la voluntad de Dios. Sin embargo, todos sin excepción, como Jacob,
oraban y luchaban fervorosamente por su liberación.
Poco después que estos seres humanos iniciaron su anhelante
clamor, los ángeles, movidos a compasión quisieron ir a librarlos;
pero un ángel alto y de aspecto imponente no lo consintió, y dijo:
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“Todavía no está cumplida la voluntad de Dios. Han de beber del
cáliz. Han de ser bautizados con el bautismo.”
Pronto oí la voz de Dios que estremecía cielos y tierra
Hu-
bo un gran terremoto. Por doquiera se derrumbaban los edificios.
Oí entonces un triunfante cántico de victoria, un cántico potente,
armonioso y claro. Miré a la hueste que poco antes estaba en tan
angustiosa esclavitud y vi que su cautividad había cesado. La ilu-
minaba una refulgente luz. ¡Cuán hermosos parecían entonces! Se
había desvanecido todo rastro de inquietud y fatiga, y cada rostro re-
bosaba salud y belleza. Sus enemigos, los paganos que los rodeaban,
cayeron como muertos, porque no les era posible resistir la luz que
iluminaba a los santos libertados. Esta luz y gloria permanecieron
sobre ellos hasta que apareció Jesús en las nubes del cielo, y la fiel
y probada hueste fué transformada en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, de gloria en gloria. Se abrieron los sepulcros y resuci-
taron los santos, revestidos de inmortalidad, exclamando: “¡Victoria
sobre la muerte y el sepulcro!” Y juntamente con los santos vivos
fueron arrebatados al encuentro de su Señor en el aire, mientras que
“¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea
longánime acerca de ellos? Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del
hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?”
Lucas 18:7, 8
; véase también
Apocalipsis 14:14,
15
.
“Y Jehová bramará desde Sión, y dará su voz desde Jerusalem, y temblarán los
cielos y la tierra: mas Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de
Israel.”
Joel 3:16
; véase también
Hebreos 12:26
;
Apocalipsis 16:17
.