Deberes para con los hijo
Se me ha mostrado que generalmente los padres no se han con-
ducido debidamente para con sus hijos. No los han refrenado como
debieran haberlo hecho, sino que les han permitido manifestar orgu-
llo y seguir sus propias inclinaciones. Antiguamente, la autoridad
paterna era respetada: los hijos estaban entonces sujetos a sus padres,
y los temían y reverenciaban; pero en estos últimos días el orden
ha sido invertido. Algunos padres están sujetos a sus hijos. Temen
contrariar su voluntad, y por lo tanto ceden a lo que les exigen. Pero
mientras que los hijos están bajo el techo de sus padres, y depen-
den de ellos, deben estar sujetos a su voluntad. Los padres deben
obrar con decisión, requiriendo que se acate lo que ellos consideran
correcto.
Elí podría haber reprendido a sus hijos perversos, pero temía
desagradarles. Los dejó persistir en su rebeldía, hasta que llegaron
a ser una maldición para Israel. Se exige que los padres refrenen a
sus hijos. La salvación de éstos depende en gran parte de la con-
ducta seguida por los padres. En su amor y ternura equivocados,
muchos padres miman a sus hijos para perjuicio de éstos, fomentan
su orgullo, y los atavían con adornos que los envanecen e inducen
a pensar que el traje es lo que hace a un caballero o a una dama.
Pero una corta relación con ellos convence a quienes los tratan de
que una hermosa apariencia no es suficiente para ocultar la defor-
midad del corazón desprovisto de las gracias cristianas, pero lleno
de amor propio, altanería, y pasiones sin freno. Los que aman la
mansedumbre, la humildad y la virtud, deben huir de tal sociedad,
aun cuando sea la de hijos de observadores del sábado. Su compañía
es deletérea; su influencia conduce a la muerte. Los padres no se
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dan cuenta de la influencia destructora que ejerce la semilla que
están sembrando. Ella brotará y dará un fruto que hará a los hijos
despreciar la autoridad paterna.
Testimonios para la Iglesia 1:216-220 (1861)
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