Página 92 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
la fuerza y la labor de los siervos de Dios sean consumidas por
el trabajo entre los observadores del sábado no consagrados, y les
toque dedicar de continuo su tiempo precioso al arreglo de pequeñas
divergencias, cuando debieran consagrarlo a proclamar la verdad a
los incrédulos.
Es tiempo de actuar
Vi que los hijos de Dios aguardaban a que sucediese algún cam-
bio, y se apoderase de ellos algún poder compelente. Pero sufrirán
una desilusión, porque están equivocados. Deben actuar; deben echar
mano del trabajo y clamar fervorosamente a Dios para obtener un
conocimiento verdadero de sí mismos. Las escenas que se están
desarrollando delante de nosotros son de suficiente magnitud como
para hacernos despertar y grabar la verdad en el corazón de todos
los que quieran escuchar. La mies de la tierra está casi madura.
Se me mostró cuán importante es que sean íntegros los ministros
que se dedican a la obra solemne y de tanta responsabilidad de
proclamar el mensaje del tercer ángel. El Señor no se ve en estrechez
por falta de recursos o instrumentos con que realizar su obra. Puede
hablar en cualquier momento, y por quienes quiera; su Palabra es
poderosa, y realizará aquello para lo cual la envió. Pero si la verdad
no ha santificado ni purificado las manos y el corazón de aquel que
ministra las cosas sagradas, está expuesto a hablar de acuerdo con
su propia experiencia imperfecta; y cuando habla de sí mismo, de
acuerdo con las decisiones de su propio juicio no santificado, su
consejo no es entonces de Dios, sino de sí mismo. Así como el que
es llamado de Dios es llamado a ser santo, el que es aprobado y
separado de los hombres debe dar evidencia de su santa vocación, y
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manifestar por su conversación y conducta celestiales que es fiel a
Aquel que lo ha llamado.
Pesan terribles ayes sobre los que predican la verdad, pero no
son santificados por ella, y también sobre aquellos que consienten en
recibir y sostener a los no santificados para que ministren en palabra
y doctrina. Me siento alarmada por los hijos de Dios que profesan
creer la verdad solemne e importante; porque sé que muchos de
ellos no están convertidos, ni santificados por ella. Los hombres
pueden oír y reconocer toda la verdad, y sin embargo, no saber nada