Comprensión
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cuando de nada valdría la reiteración de preceptos y argumentos.—
El Ministerio de Curación, 121 (1905)
.
Con compasión y amor
No todos están preparados para corregir a los que yerran. No
tienen sabiduría para tratar con justicia a la vez que con amante
misericordia. No se inclinan a ver la necesidad de mezclar el amor y
la tierna compasión con las reprensiones justas. Algunos son siempre
innecesariamente severos y no sienten la necesidad de escuchar el
mandato del apóstol: “Tengan compasión de los que dudan. A unos
sálvenlos sacándolos del fuego”.
Judas 22, 23 (DHH)
.—
Testimonies
for the Church 3:269, 270 (1873)
.
Una persona apasionada no debe tratar con las mentes
La carencia de una fe firme y de discernimiento en las cosas
sagradas debieran ser causas suficientes para separar a cualquier
hombre de la obra de Dios. De la misma manera, el ceder al mal
genio, el espíritu rudo y dominador, ponen de manifiesto que quien
los posee no debe ser puesto donde tenga que decidir asuntos impor-
tantes que afectan la heredad de Dios. Una persona apasionada no
debiera tener trato alguno con las mentes humanas. No se le puede
confiar la atención de asuntos que se relacionan con los que Cristo
compró a un precio infinito. Si se pone a dirigir hombres, herirá y
magullará sus almas; porque carece del toque refinado y la delicada
sensibilidad que imparte la gracia de Cristo. Su propio corazón ne-
cesita ser enternecido, subyugado por el Espíritu de Dios; el corazón
de piedra no se ha transformado en corazón de carne.—
Testimonios
para los Ministros, 261 (1896)
.
Cualidades necesarias para comprender las mentes (consejos a
un colportor)
Hay más dificultades en esta obra que en algunos otros ramos
comerciales; pero las lecciones aprendidas, el tacto y la disciplina
los capacitarán a ustedes para otros campos de utilidad, donde po-
drán ministrar en favor de las almas. Los que aprenden en forma
muy pobre las lecciones y son descuidados y bruscos al acercarse
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