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La influencia de los padres
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perpetuamente. Él no desprecia, descuida ni deja atrás a los niños
del rebaño. Él no nos ha ordenado que avancemos y los dejemos. Él
no ha viajado tan apresuradamente como para dejarnos rezagados
juntamente con nuestros hijos. ¡Oh, no; sino que ha preparado la
senda de la vida, aun para los niños! Y requiere que los padres, en su
nombre, los conduzcan por el camino estrecho. Dios nos ha señalado
una senda adoptada a la fuerza y capacidad de los niños.—
Joyas de
los Testimonios 1:137, 138 (1863)
.
El desasosiego debe ser reprimido
Padres, cuando se sientan nerviosos, no cometan el grave pecado
de envenenar a toda la familia con esta irritabilidad peligrosa. En
estas ocasiones, ejerzan sobre ustedes mismos una vigilancia doble,
y decidan en su corazón no ofender con sus labios, sino pronun-
ciar solamente palabras agradables y alegres. Prométanse a ustedes
mismos: “No echaré a perder la felicidad de mis hijos con una sola
palabra de irritación”. Dominándose de esa manera, se fortalecerán.
Su sistema nervioso no será tan sensible. Quedarán fortalecidos por
los principios de lo recto. La conciencia de que están desempeñando
fielmente su deber, se fortalecerá. Los ángeles de Dios sonreirán al
ver sus esfuerzos, y los ayudarán.
Cuando se sienten impacientes, con demasiada frecuencia pien-
san que la causa está en sus hijos, y les echan la culpa cuando no la
merecen. En otras ocasiones, ellos podrían hacer las mismas cosas,
y todo sería aceptable y correcto. Los niños conocen, notan y sienten
estas irregularidades y
ellos
tampoco son siempre los mismos. A ve-
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ces están más o menos preparados para arrostrar actitudes variables;
y en otras ocasiones están nerviosos e intranquilos, y no pueden
soportar la censura [...].
Algunos padres de temperamento nervioso, cuando están cansa-
dos por el trabajo u oprimidos por la congoja, no conservan serenidad
mental, sino que manifiestan hacia aquellos que debieran serles más
caros en este mundo una irritación e intolerancia que desagradan
a Dios y extienden una nube sobre la familia. Con tierna bondad,
debe calmarse a los niños en sus dificultades. La bondad y tolerancia
mutuas harán del hogar un paraíso y atraerán a los ángeles santos al
círculo de la familia.—
Joyas de los Testimonios 1:135, 136 (1863)
.