Página 214 - Mente, Car

Basic HTML Version

210
Mente, Carácter y Personalidad 1
de la gente, por acciones abruptas o prescriptas. Honraba al hombre
con su confianza, y así lo colocaba en el puesto que correspondía a
su honor. Introducía verdades antiguas con una luz nueva y precio-
sa. Así, cuando tenía solamente doce años de edad, asombró a los
doctores de la ley por sus preguntas en el templo.—
El Evangelismo,
106, 107 (1894)
.
Siempre rodeado de paz
Su tierna compasión caía con un toque sanador sobre los co-
razones cansados y atribulados. Aun en medio de la turbulencia
de enemigos airados, estaba rodeado por una atmósfera de paz. La
hermosura de su rostro, la amabilidad de su carácter, sobre todo el
amor expresado en su mirada y su tono, atraían a él a todos aquellos
que no se habían endurecidos por la incredulidad. De no haber sido
por el espíritu tierno y lleno de bondad que se manifestaba en todas
sus miradas y palabras, no habría atraído las grandes multitudes que
atraía. Los afligidos que venían a él sentían que vinculaba su interés
con los de ellos como un amigo fiel y tierno, y deseaban conocer
más de las verdades que enseñaba. El cielo se acercaba. Ellos an-
helaban permanecer en su presencia, y que pudiera acompañarlos
continuamente el consuelo de su amor.—
El Deseado de Todas las
Gentes, 219, 220 (1898)
.
Su vida era armoniosa
La vida de Jesús de Nazaret fue diferente de la de todos los
demás hombres. Su vida entera estuvo caracterizada por la bondad
desinteresada y la belleza de la santidad. En su seno se encontraba el
amor más puro, libre de toda mancha de egoísmo y pecado. Su vida
fue perfectamente armoniosa. Él es el único y verdadero modelo
de bondad y perfección. Desde el comienzo de su ministerio los
hombres comenzaron a comprender más claramente el carácter de
[191]
Dios. Hasta el tiempo de la primera venida de Cristo, los hombres
adoraron a dioses crueles y despóticos. Incluso la mente judía fue
alcanzada por el temor y no el amor. Mientras estuvo en la tierra,
Cristo tenía la misión de revelar a los hombres que Dios no era un