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Capítulo 22—La escuela y el maestro
Despertar las facultades mentales
La verdadera educación no consiste en imbuir por la fuerza la
instrucción en una mente que no está lista para recibirla. Hay que
despertar las facultades mentales, lo mismo que el interés. A esto
respondía el método de enseñanza de Dios. Él, que creó la mente y
ordenó sus leyes, dispuso su desarrollo de acuerdo con ellas.
En el hogar y el santuario, por medio de los elementos de la na-
turaleza y el arte, en el trabajo y en las fiestas, en el edificio sagrado
y la piedra fundamental, por medio de métodos, ritos y símbolos in-
numerables, Dios dio a Israel lecciones que ilustraban sus principios
y conservaban el recuerdo de sus obras maravillosas. Entonces, al
levantarse una pregunta, la instrucción dada impresionaba la mente
y el corazón.—
La Educación, 41 (1903)
.
La educación imparte energía vitalizadora
No es el papel principal de la educación comunicar meramente
conocimientos, sino impartir aquella energía vivificadora que se
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recibe por el contacto de la mente con la mente y del alma con el
alma. Únicamente la vida puede engendrar vida.—
El Deseado de
Todas las Gentes, 215 (1898)
.
El más elevado desarrollo de las facultades mentales
Está bien que la juventud considere que debe alcanzar el más
alto desarrollo de sus facultades intelectuales. No queremos poner
límites a la educación que Dios ha hecho ilimitada. Pero de nada nos
sirve lograr algo si no lo empleamos para honra de Dios y beneficio
de la humanidad.
No conviene atestar la mente con estudios que requieren intensa
aplicación, pero no se utilizan en la práctica.—
El Ministerio de
Curación, 355 (1905)
.
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