Amor y sexualidad en la experiencia humana
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El matrimonio no fue designado para cubrir la sensualidad y las
prácticas degradantes
Dios nunca quiso que el matrimonio cubriera la multitud de
pecados que se practican. La sensualidad y las prácticas bajas en la
relación matrimonial están educando la mente y el gusto moral en
prácticas desmoralizadoras fuera de la relación matrimonial.—
The
Review and Herald, 24 de mayo de 1887
.
Los excesos sexuales ponen en peligro la salud y la vida
No es un amor puro y santo el que induce a la esposa a satisfacer
las propensiones animales de su esposo, a costa de su salud y de su
vida [...]. Tal vez sea necesario instarlo con humildad y afecto aun
a riesgo de desagradarle, y hacerle comprender que ella no puede
degradar su cuerpo cediendo a los excesos sexuales. Ella debe, con
ternura y bondad, recordarle que Dios tiene los primeros y más altos
derechos sobre todo su ser y que no puede despreciar esos derechos,
porque tendrá que dar cuenta de ellos en el gran día de Dios.—
Joyas
de los Testimonios 1:267 (1870)
.
Los excesos sexuales destruirán ciertamente el amor por los
ejercicios devocionales, privarán al cerebro de la sustancia necesaria
para nutrir el organismo y agotarán efectivamente la vitalidad.—
Joyas de los Testimonios 1:269 (1870)
.
La perversión de una institución sagrada
Muchos piensan que porque han entrado en la relación ma-
trimonial pueden ser controlados por las pasiones animales. Son
conducidos por Satanás, quien los engaña y los guía a pervertir esta
institución sagrada. Le deleita el bajo nivel que domina sus mentes,
porque tiene mucho que ganar en esta dirección.
Él sabe que si puede excitar las pasiones más bajas y mantener-
las bajo su dominio, no tiene que preocuparse por su experiencia
cristiana; pues las facultades morales e intelectuales estarán su-
bordinadas, mientras las propensiones naturales predominarán y
mantendrán el poder; y estas pasiones bajas se fortalecerán con el
ejercicio, mientras que las cualidades más nobles se debilitarán cada
vez más.—
Testimonies for the Church 2:480 (1870)
.
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