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Mente, Carácter y Personalidad 1
El egocentrismo acarrea enfermedad (mensaje personal)
Sus esfuerzos deberían ser fervientes y completos y perseveran-
tes para que usted tenga éxito. Usted debe aprender, como seguidor
de Cristo, a controlar cada expresión de irritación o apasionamiento.
Su mente está demasiado centrada en usted mismo. Habla demasiado
de sí mismo, de las dolencias de su cuerpo.
Por medio de sus malos hábitos su propia actuación diariamente
le acarrea la enfermedad. El apóstol ruega a sus hermanos que
consagren sus cuerpos a Dios. “Por lo tanto, hermanos, os ruego
por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero
culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis
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cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Romanos
12:1, 2
.—
Carta 27, 1872
.
El egocentrismo afecta la percepción (mensaje personal)
Hermano, usted puede ayudarnos de muchas maneras. Pero el
Señor me ha encargado decirle que usted no debe estar concentrado
en sí mismo. Tenga cuidado con la forma en que escucha, comprende
y asimila la Palabra de Dios. El Señor lo bendecirá si usted trata
correctamente con sus hermanos. Aquellos a quienes él envió a
proclamar el mensaje del tercer ángel, han estado trabajando al
unísono con los seres celestiales. El Señor no ha puesto sobre usted
la tarea de proclamar un mensaje que producirá discordia entre las
filas de los creyentes. Repito que él no está guiando a nadie con su
Espíritu Santo para que forje una teoría que destruirá la fe en los
mensajes solemnes que él ha dado a su pueblo para que los proclame
al mundo.—
Manuscrito 32, 1896
;
Mensajes Selectos 2:131, 132
.
Debe enseñarse la gracia del olvido de sí a cada niño
Una de las características que se deberían fomentar y cultivar
en todo niño es ese olvido de sí mismo que imparte a la vida una
gracia espontánea. De todas las excelencias del carácter, esta es una
de las más hermosas, y para toda verdadera vocación es uno de los
requisitos más esenciales.—
La Educación, 237 (1903)
.