Página 333 - Mente, Car

Basic HTML Version

La pasión y el amor ciego
329
y pisotean la ley de Dios, al final adoptan la misma mentalidad y
el mismo espíritu.—
The Signs of the Times, 19 de mayo de 1881
;
Hijos e Hijas de Dios, 167
.
Casamientos mixtos
Si usted, hermano mío, es tentado a unir los intereses de su vida
con una niña joven e inexperta, que realmente es deficiente en su
educación en los deberes diarios, comunes y prácticos de la vida,
cometerá un gran error; pero esta deficiencia es pequeña comparada
con su ignorancia con relación a sus responsabilidades con Dios.
Ella no ha estado privada de luz; ha tenido privilegios religiosos, y
sin embargo no ha sentido su miserable pecaminosidad sin Cristo.
Si, en su apasionamiento, puede alejarse repetidamente de la reunión
de oración—donde Dios se encuentra con su pueblo—a fin de gozar
de la asociación con quien no ama a Dios y no ve atractivo en la
vida religiosa, ¿cómo puede usted esperar que Dios prospere tal
unión?—
Testimonies for the Church 3:44 (1872)
.
El casamiento con incrédulos
Hay en el mundo cristiano una indiferencia asombrosa y alar-
mante hacia las enseñanzas de la Palabra de Dios con respecto al
casamiento de los cristianos con los incrédulos. Muchos de los que
profesan amar y temer a Dios prefieren seguir su propia inclinación
antes que aceptar el consejo de la sabiduría infinita. En un asunto
que afecta vitalmente la felicidad y el bienestar de ambas partes,
para este mundo y el venidero, la razón, el juicio y el temor de Dios
son puestos a un lado, y se deja que predominen el impulso ciego y
la determinación obstinada.
Hombres y mujeres que en otras cosas son sensatos y concien-
zudos cierran sus oídos a los consejos; son ciegos a las súplicas y
ruegos de amigos y parientes, y de los siervos de Dios. La expresión
de cautela o amonestación es considerada como entrometimiento
impertinente, y el amigo que es bastante fiel como para dar una
[304]
reprensión, es tratado como enemigo. Todo esto está de acuerdo
con el deseo de Satanás. Él teje su ensalmo en derredor del alma,
y esta queda hechizada, infatuada. La razón deja caer las riendas