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Mente, Cáracter y Personalidad 1
cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia él cuando se le
oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a ejercer autoridad.
No le hará más viril el requerir de su esposa, la madre de sus hijos,
que actúe de acuerdo con los planes de él como si fuesen infalibles.
El Señor ha constituido al esposo como cabeza de la esposa
para que la proteja; él es el vínculo de la familia, el que une sus
miembros, así como Cristo es cabeza de la iglesia y Salvador del
cuerpo místico. Todo esposo que asevera amar a Dios debe estudiar
cuidadosamente lo que Dios requiere de él en el puesto que ocupa.
La autoridad de Cristo se ejerce con sabiduría, con toda bondad y
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amabilidad; así también ejerza su poder el esposo e imite la gran
Cabeza de la iglesia.—
El hogar adventista, 191, 192 (1894)
.
La esposa ayudará alegremente al esposo a mantener su dig-
nidad
—También se me ha mostrado que muchas veces la esposa
comete un grave error. Ella no realiza esfuerzos decididos para do-
minar su propio genio y hacer feliz el hogar. Manifiesta a menudo
inquietud y profiere quejas innecesarias. El esposo llega de su tra-
bajo cansado y perplejo, y encuentra un rostro ceñudo en vez de
palabras alegres y alentadoras. El es humano, y sus afectos se apar-
tan de su esposa. Pierde el amor al hogar, su senda se obscurece y se
desvanece su valor. Pierde el respeto propio y la dignidad que Dios
le exige que mantenga.
El esposo es la cabeza de la familia, como Cristo es la cabeza
de la iglesia, y cualquier actitud asumida por la esposa que pueda
disminuir su influencia y degradar su posición digna y responsable,
desagrada a Dios. Es deber de la esposa renunciar a sus deseos y
voluntad, en favor de su esposo. Ambos deben saber renunciar a
sus gustos, pero la Palabra de Dios da la preferencia al criterio del
esposo. Y la esposa no perderá dignidad al ceder así a aquel a quien
ella eligió por consejero y protector. El esposo debe mantener su
posición en la familia, con toda mansedumbre, y sin embargo con
decisión.—
Joyas de los Testimonios 1:106 (1862)
.
El hombre, un ser social
—Entre todas las criaturas que Dios
había creado en la tierra, no había ninguna igual al hombre. “Y dijo
Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo, haréle ayuda
idónea para él”.
Génesis 2:18
. El hombre no fue creado para que
viviese en la soledad; había de tener una naturaleza sociable. Sin
compañía, las bellas escenas y las encantadoras ocupaciones del