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La influencia de los padres
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Traten suavemente a los pequeños
—Madres, tratad amable-
mente con vuestros pequeñuelos. Cristo fue una vez un niñito. Por
amor suyo, honrad a los niños. Consideradlos como un cometido
sagrado, no para mimarlos y hacer de ellos ídolos, sino para enseñar-
les a vivir una vida pura y noble. Son propiedad de Dios; él los ama
y os invita a cooperar con él para ayudarles a adquirir un carácter
perfecto.—
The Signs of the Times, 23 de agosto de 1899
;
El hogar
adventista, 253 (1894)
.
Su hijo es propiedad de Dios
—Hermana, ¿se sorprende usted
de que su hija tenga poca confianza en la palabra de su madre? Usted
la ha educado para no decir la verdad; y el Señor está apenado al ver
a una de sus pequeñas conducidas por el mal camino por su madre.
Su hija no le pertenece; usted no puede hacer con ella lo que le
parezca, porque es propiedad del Señor
. Ejerza un control firme y
perseverante sobre ella; enséñele que pertenece a Dios. Con esta
educación crecerá para ser una bendición para los que la rodean.
Pero será necesario un discernimiento claro y agudo para reprimir
las inclinaciones de ella a dominar a ambas, a salirse con la suya a a
hacer lo que le plazca.—
Carta 69, 1896
.
Disposiciones y genios alegres
—Enseñad a vuestros hijos des-
de la cuna a practicar la abnegación y el dominio propio. Enseñadles
a disfrutar de las bellezas de la naturaleza, y a ejercitar en un empleo
útil todas las facultades de la mente y del cuerpo. Criadlos de tal
manera que tengan constituciones sanas y buena moralidad, a tener
disposiciones y genios alegres. Enseñadles que ceder a la tentación
es débil y perverso; que resistir es noble y viril.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos, 121; 98 (1913)
.
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Las madres son un ejemplo
—Si las madres desean que sus
hijas lleguen a ser mujeres con cuerpos sanos y caracteres virtuosos,
deben dar un ejemplo con sus propias vidas, protegiéndolas de las
modas destructoras de la salud de nuestra época. Las madres cristia-
nas tienen una responsabilidad que no perciben. Deberían educar a
sus hijos para que tengan principios firmes y salud moral en esta era
de corrupción.—
Manuscrito 76, 1900
.
Cuando el capricho del niño es ley
—En algunas familias los
deseos del niño son ley. Se le da todo lo que desea. Si algo no le gus-
ta, se lo anima a que no le guste. Se cree que la complacencia hará
feliz al niño, pero sólo lo vuelve inquieto y descontento. La compla-