Página 167 - Mente, C

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Cristo trata con las mentes
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mismo el verdadero ideal del hombre, despertaba el deseo y la fe de
obtenerlo. En su presencia, las almas despreciadas y caídas se per-
cataban de que aún eran seres humanos, y anhelaban demostrar que
eran dignas de su consideración. En más de un corazón que parecía
muerto a todas las cosas santas, se despertaron nuevos impulsos.
A más de un desesperado se presentó la posibilidad de una nueva
vida.—
La Educación, 80 (1903)
.
Su corazón era un manantial de vida
—Se dice a menudo que
Jesús lloraba, pero que nunca se supo que haya sonreído. Nuestro
Salvador fue a la verdad un varón de dolores experimentado en que-
branto, porque abrió su corazón a todas las miserias de los hombres.
Pero aunque su vida era abnegada y ensombrecida por dolores y
cuidados, su espíritu no quedaba abrumado por ellos. En su rostro
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no se veía una expresión de amargura o dolor, sino siempre de paz y
serenidad. Su corazón era un manantial de vida, y dondequiera iba,
llevaba descanso y paz, gozo y alegría.—
El Camino a Cristo, 121,
122 (1892)
.
Cristo nunca fue apasionado
—Cristo practicó en su vida sus
propias enseñanzas divinas. Su celo nunca lo llevó a ser apasionado.
Manifestó consecuencia sin obstinación, benevolencia sin debili-
dad, ternura y simpatía sin sentimentalismo. Era muy sociable y sin
embargo poseía una reserva y dignidad que no estimulaban familia-
ridades indebidas. Su temperancia nunca lo llevó al fanatismo ni a la
austeridad rigurosa. No se conformó a este mundo, y sin embargo no
fue indiferente a las necesidades del más pequeño entre los hombres.
Estaba despierto a las necesidades de todos.—
Manuscrito 132, 1902
;
El Evangelismo, 461
.
Tacto para tratar con mentes llenas de prejuicio
—Variaba
sus mensajes de misericordia para adaptarlos a su auditorio. Sabía
“hablar en sazón palabra al cansado” (
Isaías 50:4
) porque la gracia se
derramaba de sus labios, a fin de inculcar a los hombres los tesoros
de la verdad de la manera más atrayente. Tenía tacto para tratar con
los espíritus llenos de prejuicios, y los sorprendía con ilustraciones
que conquistaban su atención.—
El Deseado de Todas las Gentes,
219 (1898)
.
Llegó hasta las profundidades de la miseria humana
Recorrió toda senda en la que se extravían las almas. Llegó hasta las