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Problemas de los jóvenes
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a jóvenes y adultos a ser celosos y a arrepentirse. Si continúan en
el estado de tibieza, los vomitará de su boca. Dice el Testigo fiel:
“Yo conozco tus obras”. Joven, señorita, tus obras son conocidas,
sean buenas o malas. ¿Eres rico en buenas obras? Jesús se acerca a ti
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como un consejero: “Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado
en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y
que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos
con colirio, para que veas”.
Apocalipsis 3:18
.—
Testimonies for the
Church 1:485 (1867)
.
Los pensamientos llegan a ser hábitos
—Debemos sentir siem-
pre el poder ennoblecedor de los pensamientos puros. La única
seguridad para el alma consiste en pensar bien, pues acerca del hom-
bre se nos dice: “Cual es su pensamiento en su alma, tal es él”.
Proverbios 23:7
. El poder del dominio propio se acrecienta con el
ejercicio. Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la
práctica, hasta que los buenos pensamientos y acciones llegan a ser
habituales. Si queremos, podemos apartarnos de todo lo vulgar y
degradante y elevarnos hasta un alto nivel, donde gozaremos del res-
peto de los hombres y del amor de Dios.—
El Ministerio de Curación,
392 (1905)
.
Ejemplos tristes de la historia
—El carácter de Napoleón Bona-
parte recibió una gran influencia por su educación infantil. Algunos
instructores desacertados inspiraron en él el amor a la conquista
formando ejércitos simulados de los cuales él era el comandante.
Así se estableció el fundamento de su carrera de lucha y efusión
de sangre. Si el mismo cuidado y esfuerzo se hubieran empleado
para hacer de él un buen hombre, infundiendo en su joven corazón
el espíritu del Evangelio, cuán ampliamente diferente habría sido su
historia.
Se dice que el escéptico Hume fue un concienzudo creyente de la
Palabra de Dios en sus primeros años. Pertenecía a una sociedad de
debates, y allí se lo nombró para que presentara argumentos a favor
de la incredulidad. Estudió con fervor y perseverancia, y su aguda y
activa mente quedó impregnada con la sofistería del escepticismo.
Antes de mucho, llegó al punto de creer sus enseñanzas engañosas, y
[292]
toda su vida posterior llevó el oscuro sello de la incredulidad.—
The
Signs of the Times, 11 de octubre de 1910
;
Conducción del Niño,
180, 181
.