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Mente, Cáracter y Personalidad 1
exclamaron involuntariamente: “Nunca ha hablado hombre así como
este hombre”.
Juan 7:46
. El pueblo le escuchaba gustosamente.—
Joyas de los Testimonios 2:344, 345 (1889)
.
Las pasiones incontroladas dañan las facultades de percep-
ción
—Las pasiones inferiores deben ser estrictamente vigiladas. Las
facultades de percepción son maltratadas, terriblemente maltratadas,
cuando se da rienda suelta a las pasiones. Cuando uno se deja domi-
nar por las pasiones, la sangre, en vez de circular por todo el cuerpo,
con lo que se alivia el corazón y se aclara la mente, se concentra
en cantidades indebidas en los órganos internos. El resultado es la
enfermedad. El hombre no puede ser sano hasta que vea el mal y lo
remedie.—
Counsels on Health, 587 (1900)
.
Se puede educar la mente para aceptar el pecado
—Antes
que el cristiano peque abiertamente, se verifica en su corazón un
largo proceso de preparación que el mundo ignora. La mente no
desciende inmediatamente de la pureza y la santidad a la depra-
vación, la corrupción y el delito. Se necesita tiempo para que los
que fueron formados en la semejanza de Dios se degraden hasta
llegar a lo brutal o satánico. Por la contemplación nos transforma-
mos. Al nutrir pensamientos impuros en su mente, el hombre puede
educarla de tal manera que el pecado que antes odiaba se le vuelva
agradable.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 490 (1890)
.
Las facultades llegan a ser juguetes del enemigo
—Dios no da
permiso al hombre para violar las leyes de su ser. Pero el hombre, al
ceder a las tentaciones de Satanás complaciéndose en la intemperan-
cia, pone las facultades superiores bajo el dominio de los apetitos y
pasiones animales. Cuando éstos logran ascendiente, el hombre, que
fue creado poco inferior a los ángeles, con facultades susceptibles
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del más elevado cultivo, se entrega al control de Satanás, y éste tiene
fácil acceso a aquellos que están esclavizados por los apetitos. Por
causa de la intemperancia, algunos sacrifican una mitad, y otros los
dos tercios, de sus facultades físicas, mentales y morales, y se hacen
juguetes del enemigo.—
The Review and Herald, 8 de sept. de 1874
;
Mensajes para los Jóvenes, 234
.
Consejo a alguien que imaginaba tener un daño inexisten-
te
—La Hna. D ha sido engañada en algunas cosas. Ella pensó que
Dios le dio instrucción en un sentido especial, y ambos han creído y
actuado de acuerdo con esto. El discernimiento que ella pensó que