Página 305 - Mente, C

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Principios de motivación
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o erróneo, de acuerdo con el motivo que lo impela. La frecuente
repetición de un hábito erróneo deja una impresión permanente en la
mente del que lo ejecuta y también en la mente de los que están rela-
cionados con él en alguna manera, ya sea espiritual o temporal. Los
padres o maestros que no prestan atención a las pequeñas acciones
que no son correctas, establecen esos hábitos en los jóvenes.—
The
Review and Herald, 17 de mayo de 1898
;
Conducción del Niño, 186,
187
.
Los actos derivan su valor de los motivos
—Cada acto deriva
su valor del motivo que lo impulsa, y si los motivos no son ele-
vados, puros y abnegados, la mente y el carácter nunca serán bien
equilibrados...—
The Youth’s Instructor, 7 de abril de 1898
;
HHD
173
.
Los motivos dan carácter a las acciones
—Es el motivo lo que
da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto
valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda
lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños
deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin
ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se
destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno
de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso.
La pobre viuda dio lo que necesitaba para vivir al dar lo poco que
dio. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa
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que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no
pasaría por alto su gran necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta
fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador.—
El Deseado de
Todas las Gentes, 567 (1898)
.
Dios revela los motivos
—Dios guía a su pueblo hacia adelante,
paso a paso. Lo pone en posiciones calculadas para manifestar los
motivos del corazón. Algunos permanecen firmes en un punto, pero
fallan en el punto siguiente. En cada paso dado hacia adelante el
corazón es probado y vuelto a probar una vez más. Si la gente
encuentra que su corazón se opone a la recta obra de Dios debiera
convencerse de que tiene una obra que hacer para vencer, o bien
serán rechazados finalmente por el Señor.—
The Review and Herald,
8 de abril de 1880
;
Nuestra Elavada Vocacion, 164
.
Nuestros motivos secretos deciden el destino
—Nuestros ac-
tos, nuestras palabras, hasta nuestros más secretos motivos, todo