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Las influencias espirituales y la mente
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o desanimarse, cuando se ha hecho una provisión tan amplia para
nosotros.—
The Review and Herald, 8 de abril de 1884
;
Nuestra
Elavada Vocacion, 90
.
La sangre de Cristo es el único remedio
—La ley de Jehová es
sumamente amplia. Jesús... declaró llanamente a sus discípulos que
la santa ley de Dios podía ser violada aun por los sentimientos, los
pensamientos y los deseos, tanto como por las obras y las palabras.
El corazón que ama a Dios sobre todas las cosas, de ninguna manera
se sentirá inclinado a estrechar sus preceptos hasta concederles
un derecho mínimo, pero, el alma obediente y leal alegremente le
rendirá una plena obediencia espiritual cuando la ley sea vista en su
poder espiritual. Entonces, los mandamientos se posesionarán del
alma con toda su verdadera fuerza. El pecado aparecerá sumamente
pecaminoso... Ya no habrá más justicia propia, estima propia, honor
propio. La seguridad propia habrá desaparecido. El resultado será
una profunda convicción de pecado y aversión hacia sí mismo, y
entonces el alma, comprendiendo el peligro que corre, se aferrará de
la sangre del Cordero de Dios como su único remedio...—
Nuestra
Elavada Vocacion, 142 (1888)
.
Afrontemos el desafío del tentador
—Satanás se acercará a
usted diciéndole: Usted es un pecador. Pero no le permita llenarle
la mente con el pensamiento de que, porque es un pecador, Dios lo
ha abandonado. Dígale: Sí, soy un pecador, y por eso necesito un
Salvador. Necesito remisión y perdón, y Cristo dice que si voy a El
no moriré. En su carta para mí leo: “Si confesamos nuestros pecados,
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él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de
toda maldad”.
1 Juan 1:9
. Creeré la palabra que El me ha dejado.
Obedeceré sus mandatos. Cuando Satanás le diga que Usted está
perdido, contéstele: Sí, pero Jesús vino a buscar y a salvar lo que
se había perdido. Cuanto más grande sea mi pecado, mayor es mi
necesidad de un Salvador.—
Carta 98b, 1896
.
Dirijamos nuestra atención de la confusión a la obra de
Dios
—Dios exhorta a sus criaturas para que aparten su atención
de la confusión y perplejidad que las rodean, y admiren su obra. Los
cuerpos celestes merecen ser contemplados. Dios los ha hecho para
el beneficio del hombre, y mientras estudiamos sus obras, ángeles de
Dios estarán a nuestro lado para iluminar nuestra mente y guardarla